Imagina ir andando por tu ciudad, por una calle céntrica, como en tantas ocasiones has hecho y pensar me siguen. Lamentablemente esta es una historia que se repite y que una vez al año trasciende a la opinión pública y luego es olvidado, aunque siga sucediendo en muchos barrios.
Era 29 de abril de 1979 y nuestro camarada Andrés, de sólo 18 años, iba como un día cualquiera andando con sus amigos por la calle Goya después de salir del cine, en una de las, en ese momento, llamadas zonas nacionales. Esas zonas en las que los grupos ultraderechistas y fascistas tenían asentados sus locales y puntos de reunión o como pasó aquel día, a jóvenes desarmados. Ellos pasaron por la calle mientras veían a otros chavales con cruces gamadas anudadas en el brazo y de más simbología fascista, hasta que se dieron cuenta de que les estaban siguiendo. Al acelerar el ritmo para zafarse comenzaron a correr en gran número y a los pocos segundos son conscientes de la situación, estaban armados y no podrían escapar. Andrés es sujetado por tres chicos, mientras que otro, militante del Frente de Juventud de Fuerza Nueva, le clavó un machete militar de 18 centímetros en el corazón, falleciendo al instante.
Nosotras no recordamos la historia de Andrés con miedo a que vuelva a pasar, sino con la convicción de que solo la lucha y la organización hará que nadie tenga que volver a escuchar por parte de un forense, las palabras le han partido el corazón en dos como la madre de Andrés.
Es inevitable pensar en Carlos, Lucrecia, Guillem, Yolanda, Clement… esa lista que en ocasiones no parece tener fin, a la cual solo pondremos punto final cuando desde nuestros barrios, centros de estudio y de trabajo golpeemos con un mismo puño contra la ultraderecha.
Si algo tenemos que recordar de este ataque no es el miedo, sino aquel primero de mayo en el que todas las organizaciones obreras gritaban juntas Fuerza Nueva, asesina o Vosotros, fascistas, sois los terroristas exigiendo justicia por el asesinato y comenzando a organizarse para combatir los constantes ataques que se sufrían en ese momento.
Andrés no fue el único, más de 300 personas fueron asesinadas por las fuerzas de represión del estado o por la extrema derecha, con la convivencia de las primeras, durante el periodo de transición del franquismo al regimen del 78. No solo a las miles de personas asesinadas en la guerra y enterradas en cunetas este país se les debe un homenaje en nombre de la memoria democrática. Ninguna conquista, ni defensa de derechos es cedida, todas y cada una cuestan sangre y sudor a la clase trabajadora por ello no dejemos que el recuerdo de Andrés García ni de todas las víctimas de la Transición caiga en el olvido.
Contra el fascismo: ¡ni olvido, ni perdón!