La UE y la política militar imperialista
En los últimos meses se han multiplicado las noticias que recogen declaraciones de altos cargos de la OTAN que exigen a los Estados de la Alianza Atlántica incrementar su gasto militar. Proliferan también las noticias sobre el desarrollo nuevos programas “de defensa” en el ámbito de la Unión Europea. En algunas de esas crónicas, incluso se mencionan las dos cosas a la vez, y expresan el regocijo de los responsables de la política militar de los gobiernos europeos. Estos no ocultan su satisfacción al expresar que “una política europea de defensa reforzada contribuye a fortalecer más a la OTAN”. Y es que, la compenetración entre la UE y el brazo armado del imperialismo es cada vez mayor.
La sumisión europea a los intereses estadounidenses es absoluta. Y es que en lo que a la cuestión militar se refiere, la complicidad de las oligarquías euroatlánticas es total.
Los países dominantes de la UE ya han impulsado intervenciones armadas en el Mediterráneo (Libia) o el África Subsahariana (Mali o República Centroafricana) cuando ha habido que asegurar las posiciones imperialistas en estos territorios. La sumisión europea a los intereses estadounidenses es absoluta. Y es que en lo que a la cuestión militar se refiere, la complicidad de las oligarquías euroatlánticas es total. Desde la caída del bloque socialista, habíamos asistido a una guerra comercial en la cual la imposición del “libre comercio” y las sanciones económicas a los países que no comulgaban con el dogma neoliberal eran la vía de garantizar la supremacía estadounidense en el mundo. A día de hoy, y a consecuencia de que no se ha conseguido el completo dominio político y económico, asistimos a una militarización innegable de la escena internacional.
En los últimos años ha crecido considerablemente el número de conflictos armados causados por grupos alentados (o directamente financiados) por los estados de la OTAN y sus aliados. Una prueba evidente es que, en los últimos 6 años, se ha duplicado el número de personas desplazadas por conflictos armados, alcanzando la escalofriante cifra de 65,6 millones de personas en esta situación[1]. Estos conflictos explotan tensiones internas de los estados, o incluso conflictos étnicos y religiosos, con el objetivo de desestabilizar regiones enteras. Esa desestabilización crea el caldo de cultivo idóneo para una intervención militar directa (como los bombardeos en Siria o Libia, o los despliegues de tropas en Malí o Afganistán) o para la imposición de regímenes títere (como el egipcio) que garanticen los intereses económicos en el país. Sin embargo, el estancamiento de alguno de esos conflictos, y especialmente la derrota de las fuerzas aliadas de la OTAN en ellos, llevan a redoblar la ofensiva militar. Y en esto están de acuerdo las distintas opciones políticas de la oligarquía de ambas orillas del Atlántico, desde los republicanos de Trump a la socialdemocracia europea. Precisamente, el secretario general de la OTAN es un paladín de la socialdemocracia escandinava.
Gasto militar del Estado Español
Supera los 18.000 millones de euros anuales
Y es en ese marco donde cobra fuerza la exigencia de incrementar el gasto militar de los miembros de la OTAN. Generalmente, los medios lanzan titulares capciosos acerca del gasto militar en el estado español, en los cuales, se señala que España es de los estados de la OTAN que menos porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) destina a estos fines[2]. Esta cifra, oficialmente, ronda los 8.700 millones de euros anuales (en torno al 0.9% del PIB anual). En realidad, supera los 18.000 millones de euros[3], puesto que hay multitud de gastos militares camuflados en distintas partidas presupuestarias, como en Investigación en desarrollo, ayuda humanitaria etc. Además, sistemáticamente se recurre a créditos especiales y “urgentes” para seguir financiando planes de armamento por el valor de unos 1.000 millones anuales; una vía que ha rechazado por ilícita incluso el Tribunal Constitucional.
TABLA 1: Gasto militar real en el Estado Español [4]
La industria armamentística a día de hoy
Es en este contexto donde vemos quien se beneficia de esta militarización creciente de la esfera internacional. Y es que, en la más pura lógica del capitalismo imperialista, la guerra es un gran negocio. En 2015, el comercio global de armas alcanzó el valor total de 913.000 millones de dólares[5], y experimentó un crecimiento del 2% en 2016. Este dato se basa en la información proporcionada por los estados, por lo que la cantidad es significativamente mayor si le añadimos el tráfico de armas y demás transacciones opacas entre gobiernos y los grupos armados empleados para actuar sobre el terreno. El sector armamentístico está íntimamente vinculado al gasto militar de los estados y a la existencia de conflictos bélicos, pero depende principalmente de los presupuestos públicos. Como muestra, a pesar de las guerras en Oriente Medio y África, durante la crisis financiera, descendió significativamente, tras duplicar su volumen de negocio desde el año 2000[6].
La guerra es un doble negocio para el imperialismo. Garantiza mediante ella sus intereses económicos en el mundo, y genera enormes beneficios a las oligarquías imperialistas.
Esta dinámica de remilitarización tiene orígenes claros. Los estados aliados de la OTAN están inmersos también en esa lógica de rearme. Como muestra, Arabia Saudí, principal valedor de los intereses imperialistas en Oriente Medio, ha duplicado su gasto militar en la última década, en cifras similares al resto de las monarquías del Golfo. Este rearme tiene también unos beneficiarios claros. Y es que hay un núcleo de grandes empresas que controlan la mayor parte de esas ventas. 100 empresas controlan la mitad del negocio mundial armamentístico, y 10 de ellas una quinta parte. De las 100, 80 pertenecen a países de la OTAN y estrechos aliados de esta (Israel, Arabia Saudí y Corea del Sur) y las 10 primeras empresas son 6 estadounidenses, 1 británica, y tres de países de la UE.
Podemos concluir que la guerra es un doble negocio para el imperialismo. Por una parte, garantiza mediante ella sus intereses económicos en el mundo, y, por otra parte, la industria de la guerra genera enormes beneficios a las oligarquías imperialistas. El militarismo hegemónico y los conflictos geopolíticos entre las distintas potencias imperialistas (EEUU, la UE, Rusia, China) alimentan este rearme, y arrasan la vida de los pueblos del mundo. La esgrimida “teoría de la Defensa” se ha demostrado una gran mentira, puesto que su objetivo era principalmente intervencionista y no defensivo. De una forma creciente, las estructuras económicas se movilizan en el terreno militar para asegurar la tasa de beneficio de la gran burguesía, y a ello responde la descarada cooperación entre la UE (una organización internacional con fines supuestamente económicos y políticos) y la OTAN (una organización militar internacional). La Unión Europea se vuelve a demostrar como lo que es: un proyecto de dominio de las oligarquías europeas, para garantizar su hegemonía dentro de los distintos estados que la componen, y para afianzar su posición neocolonialista en el mundo. Hoy en día, la soberanía de los pueblos alrededor del mundo se ve enormemente amenazada por este afán intervencionista. Frente a la guerra imperialista, es el momento de ensanchar la solidaridad internacionalista y la defensa de la soberanía de los pueblos del mundo.
[1] http://www.eldiario.es/desalambre/desplazados-forzosos-precedentes-millones-personas_0_656184538.html
[2] http://www.abc.es/espana/abci-espana-anos-potencias-mundiales-gasto-militar-201703012241_noticia.html
[3] http://www.publico.es/politica/defensa-camufla-11000-millones-euros-gasto-militar-partidas-ocultas.html
[4] http://www.centredelas.org/images/INFORMES_i_altres_PDF/informe34_cast_DEF.pdf
[5] SIPRI Database
[6] http://www.eldiario.es/desalambre/DATOS-empresas-armamento-poderosas-mundo_0_738076920.html
Eso no es un matrimonio, es un ménage à trois