A priori, no tiene nada de malo. Sin empresas que se dedican a realizar su actividad empresarial con trabajadoras y trabajadores con discapacidad. ¿Pero qué se esconde detrás de esto y por qué está habiendo un incremento de estos CEE?
Según la Orden Ministerial de 16 de octubre de 1998, las ayudas para el mantenimiento de puestos de trabajo en Centros Especiales de Empleo, consisten en:
- Bonificación del 100 por 100 de la cuota empresarial a la Seguridad Social.
- Subvenciones del coste salarial por un importe del 50 por 100 del Salario Mínimo Interprofesional
- Subvención, por una sola vez, destinada a equilibrar y sanear financieramente a los centros especiales de empleo.
- Subvención dirigida a equilibrar el presupuesto de aquellos centros especiales de empleo que carezcan de ánimo de lucro y sean de utilidad pública e imprescindibilidad.
Esta información la podemos obtener a golpe de ratón en la propia página del SEPE[1].
Analizándolo desde una perspectiva marxista, vemos como a la burguesía le interesa crear CEE para poder ampliar la cuota de ganancia, ya que el capital invertido en estos trabajadores y trabajadoras supone mucho menos que el invertido en la empresa ordinaria.
Observando estos datos, se puede entender perfectamente cómo es posible que el número de personas contratadas en los CEE haya pasado de 58.616 en el año 2007 a 110.068 en 2017 según el Observatorio sobre Discapacidad y Mercado de Trabajo en España (ODISMET)[2]. En 10 años, el número de contrataciones bajo esta modalidad casi se ha duplicado mientras que en la empresa ordinaria el número se ha mantenido estable en el mismo periodo (30.176 en 2007 y 32.391 en 2017).
Quedándonos en la superficialidad, puede parecer que lo que hay es una mayor concienciación sobre las personas con discapacidad, pero la realidad que se esconde detrás dista mucho de ser la imagen idílica que nos quieren mostrar.
Los CEE se encuentran regulados por el XIV Convenio Colectivo de Centros y Servicios de Atención a las Personas con Discapacidad, convenio que actualmente está denunciado y las negociaciones se encuentran paralizadas por el inmovilismo de las patronales del sector: AEDIS (Asociación Empresarial para la Discapacidad) y FEACEM (Federación Empresarial Española de Asociaciones de Centros Especiales de Empleo).
Todos los CEE se encuentran regulados bajo este convenio, independientemente de cual sea su rama productiva o la existencia de otro convenio colectivo del sector. Por ejemplo, se crea un CEE dentro de una cadena hotelera, y este CEE en vez de regirse por el Convenio Local de Hostelería como el resto de trabajadoras y trabajadores de la empresa, pasaría a estar legislado por el XIV CC de Centros y Servicios de Atención a Personas con Discapacidad.
Este convenio fija que el salario las personas con discapacidad, contratadas como “Operario/a con necesidades de Apoyo” sea el SMI, que en este año 2018 está fijado en 735,9€/mes.
Con lo cual, teniendo en cuenta la información anterior, una persona con discapacidad, contratada en un CEE, le supone al capitalista una inversión de 367,95€/mes ya que el 50% del SMI y las cuotas a la Seguridad Social quedan cubiertas por el Estado.
Analizándolo desde una perspectiva marxista, vemos como a la burguesía le interesa crear CEE para poder ampliar la cuota de ganancia, ya que el capital invertido en estos trabajadores y trabajadoras supone mucho menos que el invertido en la empresa ordinaria. Con esta menor inversión inicial, el margen de beneficios es mayor. Al capitalismo no le interesa la integración de las personas con discapacidad dentro de la sociedad, sino que lo único que le interesa de estas personas es obtener el mayor beneficio posible al menor coste. Exactamente igual que en los trabajadores sin discapacidad.
Es momento de que le quitemos la falsa careta de “entidades benéficas” a los CEE y empecemos a verlo como lo que son: una muestra más del carácter inhumano y explotador del capitalismo.
Un trabajador con una discapacidad visual no resta capacidad de trabajo dentro del sector del telemarketing, o una persona con discapacidad auditiva dentro de una lavandería o una persona con discapacidad física en un trabajo administrativo.
Es momento de que le quitemos la falsa careta de “entidades benéficas” a los CEE y empecemos a verlo como lo que son: una muestra más del carácter inhumano y explotador del capitalismo. Dentro de este modelo económico, ninguna organización empresarial, por muchas caretas que se ponga, puede dejar de ser esos parásitos que se apropian de las plusvalías de las trabajadoras y trabajadoras.
La solución para la clase trabajadora, tenga o no tenga discapacidad, no pasa por este modelo económico.
[1] https://www.sepe.es/contenidos/personas/encontrar_empleo/empleo_personas_discapacidad/centros_especiales_empleo.html
[2] http://www.odismet.es/es/datos/1integracin-laboral-y-tendencias-del-mercado-de-trabajo/109volumen-de-contratos-especficos-realizados-a-personas-con-discapacidad/1-10/