El 14 de junio el Congreso argentino aprobaba por medio de una reñida votación la media sanción del Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, redactado por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, Legal, Seguro y Gratuito. Trece años de lucha feminista antecedían a esta histórica votación, era la séptima ocasión que se presentaba este proyecto que buscaba despenalizar la práctica del aborto en Argentina e impulsar una ley de plazos que garantizase la interrupción voluntaria del embarazo en el sistema de salud público.
El pasado 8 de agosto este Proyecto llegaba al Senado argentino, un gran clamor feminista rodeaba esta segunda votación, la vigilia feminista fue protagonizada por millones de mujeres que llenaban las calles de Buenos Aires. Sin embargo, pese a estas grandes movilizaciones el Proyecto acabó siendo rechazado por 38 votos en contra y 31 votos a favor, manteniéndose una ley de 1921 que condena y penaliza la maternidad elegida y decidida.
El movimiento feminista ha sido capaz de centrar el debate en el necesario posicionamiento entre aborto legal o aborto clandestino. No se trata de aborto si o aborto no, porque las prácticas abortivas se van a seguir sucediendo, sino entre hacerlo de forma clandestina o hacerlo de forma segura dentro del el sistema de salud pública argentino. Rechazar un Proyecto de Ley sobre despenalización y legalización del derecho aborto significa apostar por el aborto clandestino y por las muertes de mujeres causadas por la inseguridad de la clandestinidad. Significa posicionarse a favor de una maternidad no deseada donde los cuerpos de las mujeres son entendidos por el Estado como simples incubadoras.
La consigna “las ricas se lo pagan, las pobres se desangran” cobra más sentido que nunca tras esta votación
En Argentina se produce un aborto clandestino cada minuto y medio. Esta nueva ley no solamente buscaba despenalizar el aborto, también buscaba profundizar la difusión de la educación sexual y garantizar el acceso a los métodos anticonceptivos, quedando el aborto como última opción. La realidad es que las mujeres van a seguir abortando, la cuestión es en qué condiciones lo van a hacer. El rechazo a este Proyecto tiene también un marcado sesgo de clase. La consigna “las ricas se lo pagan, las pobres se desangran” cobra más sentido que nunca tras esta votación, han votado por la clandestinidad de las mujeres pobres, y por mantener el privilegio de las mujeres que pueden permitirse abortar en otros países en unas condiciones de seguridad. La insalubridad, la falta de conocimiento y la repudia social son las condiciones que rodean el aborto clandestino que practican miles de mujeres argentinas al año (600.000), que no pueden permitirse realizarlo en otras condiciones.
Sólo en el año 2016 murieron 43 mujeres por abortos clandestinos en Argentina. 3040 mujeres han muerto desde 1983. Bajo el HT #YoAborte en Twitter se han contado miles de casos de aborto clandestino, que están dando visibilidad a las condiciones en las que se práctica el aborto en Argentina. Así se vislumbra que este no es un debate sobre creencias, es un debate sobre las decisiones de las mujeres y el control por parte de las mujeres de sus vidas y sus cuerpos. Se trata de que las mujeres puedan construir su propio proyecto vital y puedan decidir cuando quieren o no quieren ser madres, para garantizar que la maternidad sea siempre deseada.
Un grito global feminista por la conquista de los derechos sexuales y reproductivos para todas las mujeres. Desde el Kurdistán, pasando por Japón, Mozambique, España, Francia, Italia, Polonia, cientos de concentraciones fueron convocadas para apoyar el #PañuelazoInternacional argentino. En el Estado español el movimiento feminista convocó en más de 14 ciudades concentraciones en una jornada de lucha y solidaridad internacional feminista. Las mujeres avanzamos mundialmente para ganar el control sobre nuestras vidas.
La educación sexual para aprender y disfrutar, los anticonceptivos para decidir y el derecho al aborto legal para no morir, aseguran que las mujeres podamos intentar construir nuestro proyecto de vida digna. El clamor que ha inundado las calles asegura que el futuro será y es feminista, no se puede rechazar, ni detener el futuro. El posicionamiento de la sociedad argentina a favor del aborto ya es real, no fue el 8 de agosto, pero será ley.