Hace unos días el Gobierno de España, dirigido por el PSOE, comunicaba a través de su Ministra de Defensa Margarita Robles, la suspensión de la entrega de armamento militar (400 bombas) a la teocracia de Arabia Saudí. La respuesta del gobierno saudí no tardó en llegar, dejando en el aire el conjunto de acuerdos económicos con el gobierno español, lo cual suponía un problema para el contrato que permite la construcción de 5 corbetas en los astilleros de la Bahía de Cádiz a través de la empresa pública Navantia, a cambio de unos 1800 millones de euros y la estabilidad de 6000 empleos para un período de 5 años[1].
Ante este escenario, el Gobierno del PSOE, a través de su Ministro de Asuntos Exteriores Josep Borrell, iniciaba las gestiones pertinentes por la vía diplomática para desautorizar la decisión de su compañera de ejecutivo y cumplir con los acuerdos en materia militar, entregando así la mercancía a un Estado que está bombardeando a la población civil yemení. La respuesta, tanto de Borrell, como la de la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, ha sido justificar la entrega argumentando que se trata de armamento de “alta precisión” que no causará la muerte de civiles yemeníes
El posicionamiento político de José María González ‘Kichi’, alcalde de Cádiz (Podemos), se basó en el “dilema” entre “paz o pan”, escogiendo priorizar los intereses de los trabajadores patrios. Citamos una de sus declaraciones al respecto: «el contrato (de Navantia con Arabia Saudí) me parece necesario. Significa trabajo y nosotros somos constructores de barco, lo hemos hecho desde la época de los fenicios. En Arabia Saudí los derechos humanos no son respetados y estoy en contra de eso, pero mientras, ¿qué comemos? Hoy en día soy alcalde de esta ciudad y la responsabilidad es mirar por el interés de sus vecinos y la construcción de los barcos no va a acabar con la guerra en Yemen. Si no los hacemos nosotros, los harán otros. Quién me iba a decir que iba a defender un contrato de Navantia con Arabia Saudí, pero hay que ver la situación real de las familias de Cádiz» Dirigentes del partido morado como Pablo Echenique también defendían dicho escenario de “dilema” para analizar la realidad.
A nuestro modo de ver y según un análisis materialista de la realidad, debemos situar en el centro del debate dos categorías de suma importancia que se entrelazan y marcan el devenir de los acontecimientos, a saber: la dinámica de funcionamiento del imperialismo y el papel del Estado español en la fase del capitalismo actual a través de empresas públicas como Navantia y su relación con la capa social de la aristocracia obrera. ¿Por qué sus intereses inmediatos son coincidentes?
El modelo productivo de la economía española está condicionado por el rol imperialista del Estado y su posición en la división internacional del trabajo. No es casual, por tanto, que una empresa pública como Navantia cumpla con los encargos de la industria bélica, la cual sirve a su vez a los intereses de otros países imperialistas aliados, en este caso Arabia Saudí. Por tanto, el Estado español, a través de sus negocios y contratos (muchos de ellos gestionados por la Monarquía con el Rey emérito a la cabeza )[4], es objetivamente colaborador de la barbarie en Yemen, aportando herramientas para el asesinato sistemático y la ejecución de crímenes contra pueblos oprimidos por el imperialismo. La dependencia de la actividad industrial de los negocios interimperialistas, con la guerra como uno de sus motores principales, coloca a sectores de la aristocracia obrera, la cual entendemos como la capa del proletariado que consigue unas mejores condiciones materiales en base a la actividad de saqueo y explotación de las potencias imperialistas en países coloniales, en una posición reaccionaria, más si cabe por el déficit del trabajo ideológico de las organizaciones de clase en el sector. Como vemos, desde el análisis materialista la dicotomía en forma de falso “dilema moral” entre paz o pan no se sostiene.
«En cada etapa de desarrollo de un proceso hay sólo una contradicción principal, que desempeña el papel dirigente» por ello «al estudiar cualquier proceso complejo en el que existan dos o más contradicciones, debemos esforzarnos al máximo por descubrir la contradicción principal»
Como se puede apreciar en lo expuesto anteriormente el tema es complejo, donde intereses que en principio podrían considerarse antagónicos como lo de los trabajadores y el capitalismo se difuminan e incluso se entrecruzan contra los intereses de trabajadores de naciones explotadas.
Es en esa complejidad donde la lógica dialéctica debe aparecer en escena para reducir ese maremágnum de intereses a una contradicción más simple que nos permita explicar de manera sencilla la complejidad del asunto, o, en palabras de Mao[5] «en cada etapa de desarrollo de un proceso hay sólo una contradicción principal, que desempeña el papel dirigente» por ello «al estudiar cualquier proceso complejo en el que existan dos o más contradicciones, debemos esforzarnos al máximo por descubrir la contradicción principal». Así, volviendo al caso que nos ocupa, por un lado, tenemos un Estado teocrático como Arabia Saudí que compra material de guerra a otro Estado imperialista como es el español para utilizarlo contra una nación oprimida como la de Yemen donde miles de trabajadores y trabajadoras serán masacradas. Hasta aquí queda bastante meridiano que cualquier organización comunista, o incluso progresista, debería oponerse tanto a la venta de esas armas como a la propia industria armamentística dentro de un país imperialista, por tanto, podríamos decir que apreciamos claramente que la contradicción principal se da entre oponernos al imperialismo de nuestro país o apoyar la venta y la consiguiente masacre del pueblo yemení.
Es aquí donde surgen las contradicciones secundarias, ya que la no venta de estas corbetas pondría en peligro el puesto de trabajo directo de 6000 trabajadoras y de todos los puestos indirectos que surgen de esta industria. Es decir, tendríamos una contradicción secundaria que supondría renunciar a nuestro antimperialismo o la pérdida de miles de empleos en el marco del Estado español.
De ese modo, desde un punto de vista unilateral, sólo tendríamos dos opciones políticas posibles, la izquierdista, donde nos posicionamos en contra de esa industria sin una alternativa poniendo en riesgo el puesto de trabajo de miles de trabajadores, o bien la derechista, cayendo en un chovinismo nacional donde rechazamos los principios más elementales del internacionalismo proletario.
Lo que nos enseña la lógica dialéctica, es que existe un espacio en el que podemos oponernos a la venta de corbetas y armas para masacrar a otros pueblos y no dejar sin futuro a miles de trabajadores, pero además nos enseña que aún aquellos que se posicionan de manera unilateral contra esa industria imperialista tienen más razón que aquellos que se posicionan de manera unilateral con la defensa de los puestos de trabajo.
Como hemos analizado la contradicción que determina todas las demás es el carácter imperialista de nuestro Estado, y en lo concreto, la industria armamentística, por lo que es nuestro deber político posicionarnos de una manera inmediata contra ella. “Pero, ¿y los puestos de trabajo?” podría criticarnos alguien con razón, y es ahí donde entra en juego otra categoría dialéctica, la categoría de la mediación para, en palabras de Lukacs, «superar la simple inmediatez de la experiencia».[6]
Por ello entre la sociedad comunista y la actual nuestra propuesta mediadora radica en las siguientes cuestiones:
- Nacionalización de los sectores estratégicos bajo dirección obrera: como se puede observar en el propio caso de Navantia -de titularidad pública ya- el cambio de titularidad de los medios de producción no cambia su esencia. Es por ello que además del cambio de titularidad deben cambiar las relaciones sociales que se dan en la propia empresa, cambiando las relaciones de explotación por relaciones de cooperación.
- Planificación democrática de la economía, que se concreta en que las trabajadoras y trabajadores, es decir, quienes producen la riqueza, decidan cómo se produce y dónde y cómo se invierte y reparte esa riqueza para solucionar las necesidades sociales de la población.
Pero como decíamos esa mediación está determinada por la contradicción principal, y es aquí donde se establece la inmediatez de la acción política que pasa por romper con la estructura imperialista de la UE y con lo que denominamos Régimen del 78, que no es más que la estructura jurídico-política y territorial que toma el capitalismo en el Estado español.
Todo este desarrollo será complicado y puede llegar a ser difícil de explicar a las masas -e incluso puede colocarnos en frente de algunos sectores de la clase obrera en momentos concretos- pero si queremos eliminar la explotación imperialista «el partido deba tener, por un lado, la claridad teórica y la firmeza suficientes como para proseguir por el camino justo, a pesar de las fluctuaciones de las masas, e incluso corriendo a veces el riesgo de un aislamiento momentáneo. Pero, por otra parte, debe seguir siendo elástico Y receptivo, con el fin de iluminar en todas las manifestaciones de las masas, por muy confusas que parezcan, aquellas posibilidades revolucionarias de las mismas -a cuyo conocimiento las masas no podían llegar por sí solas» [7].
Creemos necesario recordar la complejidad de la realidad social en el imperialismo y reivindicar las herramientas de análisis del marxismo para poder comprender los entresijos de un capitalismo en constante cambio, el cual nos genera situaciones contradictorias en las que los y las comunistas debemos intervenir para transformar en pro de los intereses de la clase obrera.
Alberto G.M. y Daniel G.P., militantes de la Juventud Comunista.
[1] https://www.eldiario.es/andalucia/cadiz/Navantia_0_814369364.html
[2] https://www.eldiario.es/politica/Borrell-Arabia-Saudi-precision-colaterales_0_814018745.html
[3] https://www.eldiario.es/andalucia/cadiz/alcalde-Cadiz-antepone-trabajo-dilema_0_811919512.html
[4] https://www.elconfidencialdigital.com/articulo/defensa/veto-arabia-saudi-pone-peligro-contratos-millonarios-industria-armamentistica-espanola/20180904184221115571.html
[5] Mao Tse-tung – Sobre la Contradicción
[6] Georg Lukács – Historia y Conciencia de Clase
[7] Georg Lukács – Lenin (la coherencia de su pensamiento).
Saludos,
creo que no he entendido muy bien cuando os referís con aristocracia obrera al principio del artículo (se lo que significa), pero yo estoy entendiendo que lo estais aplicando a todos los trabajadores afectados en este caso. Me ha dado la sensación de que atrbuiais el concepto de aristrocracia obrera a toda la clase trabajadora de un pais imperialista o «beneficiada» por la situación geopolitica del estado al que pertenece. Sobre esta cuestión necesito luz.