Nos hemos dado cuenta de la necesidad de ruptura.

“A  día  de  hoy  no  hay  más  que  dos  vías  en  el  Estado  Español:  Reforma  del  régimen  del  78  (más  o  menos  reaccionaria  dependiendo  de  los  acuerdos  de  las  distintas  fracciones  del  Régimen)  o  ruptura  con  él,  y  el  PCE  debe  ser  la  fuerza  de  vanguardia  de  la  Ruptura.  Frente  al  pacto  de  los  partidos  del  régimen  y  la  oligarquía  española  con  el  capital  transnacional  europeo,  debemos  contraponer  un  proceso  constituyente  que  no  se  limite  a  elaborar  una  propuesta  concreta  de  Constitución,  sino  que  desde  el  poder  popular  y  la  movilización  de  la  clase  trabajadora  y  las  capas  populares  elabore  un  proyecto  de  país  que  abra  el  camino  de  la  democratización  política,  de  los  derechos  y  libertades,  de  la  derrota  de  la  oligarquía  y  la  soberanía  económica,  del  reconocimiento  de  los  derechos  de  los  pueblos  y  la  plurinacionalidad  del  Estado;  en  definitiva,  el  camino  del  socialismo.” Documentos XX Congreso del PCE.

En los documentos del XX Congreso del PCE viene clara la estrategia de los y las comunistas de este país: romper el Régimen del 78. Esta cuestión no sería de mayor relevancia política de no ser por las manifestaciones realizadas por la sociedad española frente a los pilares del régimen del 78. Estos años de movilizaciones sectores de las clases populares han puesto en duda la continuación de este régimen político.

Y también a través del ensayo y error hemos ido descubriendo cuales son las bases del régimen. No lo era el bipartidismo, surgieron nuevos partidos y el régimen continúa, no lo eran los derechos civiles, no lo era el precario “sistema del bienestar”. La práctica de la lucha política ha ido marcando aquellos aspectos en los que el régimen ha cerrado filas.

 

Dos errores comunes al tratar la transición.

Antes de analizar la transición española y de ella extraer la caracterización del actual sistema político es necesario señalar las dos desviaciones típicas que nos encontramos y que nos impiden hacer una lectura clara.

Por un lado, a la izquierda, y muy común entre los sectores rupturistas y jóvenes; ambos ligados a unas luchas políticas recientes, explicar la transición como tra(ns)ición. Es decir, señalar que lo principal de la transición fue la cesión sobre todo del PCE en un momento muy delicado en el cual, para que este análisis sea coherente, había una posibilidad revolucionaria real. Esto no quiere decir que haya que negar los posicionamientos políticos del PCE que tanto para su supervivencia como para todos los sectores populares fueron nefastos, el propio PCE ha hecho autocrítica de la transición. Esta posición conlleva a una reacción: negar el papel de lucha de, (principalmente aunque no solo) la clase obrera organizada y de sus conquistas (subidas salariales, derecho de reunión, de asociación y otros derechos civiles, etc.). Es decir, romper en cierta manera el hilo rojo de la historia.

Por la derecha, esta desviación más cercana a sectores no rupturistas y a militantes que vivieron en primera persona esos años. Esto no quiere decir que la primera visión sea la de los “jóvenes” y la segunda la de los “mayores”, pero obviar el papel de las diferentes generaciones no tendría sentido. Las personas que vivieron el proceso o las que usan el “mito de la transición” para legitimar el régimen político le otorgan un halo de perfección, según el cual “todos los españoles se pusieron de acuerdo”, es resumidas cuentas, se hizo todo lo que se podía y se hizo bien, negando la violencia, el terrorismo de estado y los muertos que se pusieron «encima de la mesa». El sesgo de autoafirmación de la lucha política realizada es importante. Una reacción muy típica de esta desviación es el elogio continuo a Carrillo y al PCE(no como estructura  política actual y soberana, si no únicamente por su función reformista y pactista en la transición).

 

Qué fue y cómo fue la transición

En terminología marxista clásica la transición se podría considerar una revolución pasiva. La clase dominante, con sus respectivos debates y fricciones, asumió que era insostenible un régimen fascista. Por un lado por las presiones internacionales, como la entrada en la Comunidad Económica Europea y la UE que con el régimen franquista era impensable, y por el otro por la protesta y organización de la clase obrera y del resto de los sectores populares.

La clase dominante no cambió de opinión al unísono. Por un lado los sectores reformistas, que luego se convertirían en UCD, aunque no solo, y con el nombre propio de Adolfo Suarez, aceptaron que era necesaria una transición para generar un nuevo sistema político, en el que se cambiaría únicamente lo necesario para mantener una estructura de clases y de poder previamente existente. Por otro lado el sector “duro”, el llamado también bunker, el ejercito y los sectores franquistas que apostaron por el mantenimiento del régimen franquista y de la legitimidad del 18 de julio. Por cierto es de este sector más duro de donde surge primero la Alianza Popular de Fraga y posteriormente el PP.

Antes de entrar con las clases populares hay que señalar el error que cometió el PCE en sus análisis al creer que toda la sociedad estaba en contra del Franquismo. La mala caracterización de clase, y de su situación material, llevó a pensar que el Franquismo no tenía apoyos, cuando muchos sectores de la población (aparato estatal, empresarios, pequeños propietarios…) habían visto mejorada su situación material durante el régimen debido a la modernización relativa que vivió el país y la expropiación tanto de fuerza de trabajo (primero esclava y luego en condiciones muy precarias) y de propiedades(de todos y todas las españolas que emigraron tras la guerra). Hay que pensar en las diferencias entre la España de posguerra y la España de los 1970s.

Por lo tanto al hablar de clases populares nos estamos refiriendo a los sectores más politizados y movilizados y a la joven clase obrera que surgió con el proceso industrializador de los 60s-70s. Estos sectores plantaron cara al régimen, tanto por derechos civiles, como por cuestiones económicas y todas las cuestiones entroncaron en un eje común, la lucha antifranquista y democrática. Destaca el PCE por encima de cualquier otro partido, con presencia y capacidad de dirección entre los sectores más combativos. Aunque no solo fue el PCE.

Los debates principales giraron en torno a la contradicción de “reforma o ruptura”. El PCE y CCOO con sus debates internos intentaron la “ruptura”. Pero llega un momento, marcado a nivel de movilización con el fracaso de la Huelga General del 76, convocada por la COS(un experimento de unidad sindical en la que estaban dentro casi todos los sindicatos), y a nivel institucional por el referéndum de Suarez de diciembre del 76, en el que las propias Cortes Franquistas aprobaban la Ley de Reforma Política(elemento importantísimo de legitimidad junto a la monarquía para convencer a los sectores más reaccionarios del Franquismo) en el que el propio régimen legalmente se “disuelve”. Estas cuestiones supusieron la derrota de la posición rupturista, y a partir de allí un retroceso del campo popular en iniciativa política. Solo en iniciativa política porque a nivel de movilización los siguientes años fueron los más conflictivos de la historia reciente, por poner un ejemplo 1978 es el año que más a favor han estado las rentas del trabajo frente a las del Capital a causa de las huelgas y conflictos ganados por la clase obrera. En el propio 1976, con una estrategia rupturista desarticulada entra en juego el Señor X, Felipe González, con maletines llenos de dinero del Partido Socialista Alemán(Occidental) y de la CIA[1].

 

Marco internacional.

A nivel internacional solo se puede entender la transición en el marco dominante de la Guerra Fría. España era un país en la órbita de EEUU desde la visita de Eisenhower en 1953, por su importante papel anticomunista. Jugó un papel importante en la legitimación del régimen el concordato con la Santa Sede también en el 53. El mercado común y la Unión Europea continuaban su política de extensión por el continente. La correlación de clases a nivel internacional era favorable a la hora de imponer ciertas cuestiones como la libertad sindical y política que en España no existían. La existencia de asesinatos por parte del Estado hasta 1975 y de presos políticos fue uno de los arietes populares condensados en la consigna de “Amnistía”, este fue apoyado internacionalmente. Para culminar el clima internacional en 1974 en la vecina Portugal había estallado la Revolución de los Claveles, generando una Constitución que abogaba por el Socialismo y en la que el PCP tenía un peso importantísimo, la peligrosidad revolucionaria existía.

Por todas estas cuestiones hubo tanto presiones como injerencias internacionales que imposibilitaron en última instancia la posibilidad revolucionaria, sobre todo la financiación del PSOE desde el exterior. Además desde los 60s en varios partidos de la Europa Occidental había penetrado el Eurocomunismo, que especialmente afectó a la confusión sobre el carácter de clase del Estado. Esto empujó al PCE hacia posicionamientos reformistas, asumiendo de mejor grado la reforma del franquismo que no su ruptura, para disputar el poder únicamente en el plano electoral de un futuro sistema democrático.

 

Características del régimen surgido de la transición.

El texto se inicia explicando cómo nos hemos dado cuenta a través de la práctica política de las características esenciales del régimen actual. No se puede retroceder en el tiempo y culpar, o eximir, a los agentes que vivieron y tomaron decisiones en el periodo. Como marxistas nuestra labor es analizar históricamente el proceso con el fin de sacar conclusiones que nos valgan en la lucha política actual. Ese es el principal objetivo del texto y del estudio de la transición para los y las jóvenes comunistas. No interpretar, si no transformar la realidad que nos ha tocado vivir.

Estas son las características esenciales del régimen del 78:

Derechos civiles y democráticos de cualquier democracia liberal burguesa europea. Con el matiz de que son gestionados por unos cuerpos de seguridad del estado (Policía, Guardia Civil, Ejercito) y una judicatura herederas y totalmente continuadoras del régimen franquista. No hubo ninguna depuración del aparato del estado, debido a la Ley de Amnistía. Ese matiz hace que la represión y control de las fuerzas rupturistas sean mucho mayores que las de la extrema derecha, aunque las ejercidas contra las opciones progresistas sean explicables dentro de un contexto de estado de carácter burgués y forma democrática-parlamentaria.

-Se lograron una serie de derechos económicos y sociales (Vivienda, trabajo, y una serie de cuestiones reflejadas en la Constitución), frenados por los Pactos de la Moncloa, frenados ya que las victorias de la movilización obrera y sindical estaban muy por encima de lo pactado. No se mantuvieron las herramientas para defenderlos con lo cual se convirtieron en papel mojado. Además los experimentos de unidad sindical fracasaron por la presión del PSOE sobre la UGT disolviendo lo que fue el COS y conduciéndonos a un sistema de afiliación sindical múltiple rompiendo así la unidad de la clase trabajadora. En el mismo sentido se desarticuló organizativamente el PCE (la situación se vio agravada por la caída del bloque socialista). La institucionalización barrió los mecanismos que habían permitido al “Partido” ejercer de potenciador y dirigente de la movilización social. En resumidas cuentas, se llegó a un pacto pero se regalaron todas las herramientas que existían para que este fuera respetado y para continuar la lucha.

-La Monarquía es la clave de bóveda. Por su papel de constructora de unidad entre los diferentes sectores de las clases dominantes (políticos, económicos, estatales y militares), por su papel de dirección de las Fuerzas Armadas y también por la construcción de legitimidad democrática al oponerse al Golpe de Estado de febrero del 81. La Monarquía conecta la legitimidad franquista del 18 de Julio con la legitimidad democrática surgida en la transición. Defensora, tras la cubierta que supone la “Unidad de España”, de los intereses de las clases dominantes. Por ello es el elemento sobre el que todos los agentes que están a favor del régimen cierran filas.

– Tras el periodo de movilizaciones y acompañando a estas hubo masivas reivindicaciones por los estatutos de autonomía. La cuestión plurinacional en España es otra de las cuestiones que son esenciales para una transformación. En el texto no hemos entrado en concreto en cómo se movieron las burguesías vasca y catalana, ni en las maniobras políticas para acercar al catalanismo de derechas al régimen. El “café para todos” fue la fórmula, exitosa en tanto en cuanto lleva casi 40 años en vigor, de organizar el Estado; equiparando naciones, regiones e incluso provincias en la organización estatal.

– El Partido Socialista Obrero Español, el PSOE, es uno de los pilares del régimen del 78. Hace unos años se explicaba a través del bipartidismo, la diferencia es que el PSOE juega en el campo popular y el PP no. Es decir, el PSOE simboliza todas las cesiones de las clases populares hicieron en la transición. Sigue teniendo una base electoral en los barrios y entre la clase trabajadora, pero ha realizado las más brutales reformas laborales, sigue diciéndose “republicano de espíritu” pero es firmemente monárquico, se posicionó en contra de la OTAN hasta que las clases dominantes le dijeron que había que entrar, condujo a España por el camino de la modernización y a Europa y sin embargo desmovilizó al Movimiento Obrero (con heroína entre otras cuestiones) y desindustrializó el país. En definitiva, el PSOE es lo electoral, el ilusionismo y lo meramente discursivo pero no práctico, frente la organización de base de la izquierda. Se autodenomina de izquierdas y es por méritos propios el Partido del Régimen del 78.

La subordinación a elementos extranjeros (UE, €, OTAN, EEUU) es otra de las características del régimen, que no se plasman en la transición si no unos años más adelante pero que sin embargo vienen condicionadas por esta. La subordinación a EEUU, con las bases militares en territorio propio, fue heredada del Franquismo y no puesta en duda. La entrada en la OTAN, de la que fue el PSOE responsable. La entrada en la Unión Europea, recibida como un paso necesario en la modernización pero que restó soberanía al país al entrar en el mercado común, y por último Maastrich y el €, en la misma línea que las anteriores.

 

Necesidad histórica de derribar el Régimen del 78

Cuarenta años después de la Constitución del 78, que solo representa un pacto social de otro momento superado por la correlación de clases actual, las clases populares en España necesitan derribar el Régimen del 78 y construir un nuevo país.

Por la lejanía con que la gran mayoría de la población ve la transición, y la incapacidad de regeneración del régimen. La incapacidad demostrada en la falta de un proyecto común de país. No ha sabido solucionar, ni siquiera desde los planteamientos marcados por la Constitución, la cuestión catalana. Es incapaz de plantear de una manera democrática cualquier cuestión sobre la Monarquía sobre la que no hay estadísticas oficiales pero todo indica que el sentimiento republicano está en auge. Esto es el mejor indicador que marca que el Régimen está en serio peligro.

La promoción del único modelo de sociedad en vigor, el neoliberalismo, está generando unas situaciones, contradicciones y conflictos materiales entre las clases populares que nos hacen sufrir condiciones que creíamos superadas. Estos no hacen más que empujar a la población a posicionamientos ideológicos ultraindividualistas, egocéntricos e identitarios para poder sobrevivir al páramo social que se está construyendo.

La Unión Europea tiene los días contados, o por lo menos si no su estructura y nombre sí su falso escudo ideológico según el cual era la garante de los derechos humanos, la solidaridad y el Estado del Bienestar. El auge de posiciones ultraderechistas en muchos países de la UE hace necesario dar una respuesta desde nuestro país ahora más que nunca antes que el “proyecto europeo” fracase.

Nuestra apuesta es la siguiente: un proceso constituyente que nos traiga una III República democrática, soberana, solidaria, antiimperialista, antimonopolista, ecológicamente sostenible y que nos abra el camino al Socialismo. El edificio del régimen del 78 está débil, ahora toca golpear sus pilares con la organización, la movilización y la unidad.

 

[1] https://www.eldiario.es/agendapublica/blog/PSOE-influencia-Willy-Brandt_6_101199894.html

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