La violencia patriarcal que se ejerce contra las mujeres no es novedad. Hoy, publicamos una entrevista que le hicimos a Esther para que nos cuente la situación tan precaria que sufren miles de camareras de piso.
¿Cómo llegaste a la profesión de camarera de piso?
Después de ser madre y cuidar a mi hijo durante los tres primeros años, perdí el contacto con el mundo laboral y me encontré desfasada en mi profesión como administrativa, con mucha necesidad económica y con un horario que no fuese partido para poder conciliar el trabajo y la familia.
Me fui al INEM a buscar trabajo y allí una funcionaria me dio el teléfono de una ETT. A través de esta ETT entré como camarera de piso por primera vez con 29 años. Estuve en varios hoteles, hasta que llegué en el que estoy actualmente.
Ahora mismo soy fija discontinua, aun cuando llevo muchos años en este hotel. De camarera de piso no te falta trabajo porque es un empleo muy duro y aquí, en Sevilla, hay muchos hoteles además, eso sí, de empleo eventual.
Actualmente, ¿cómo participas en la lucha en tu centro de trabajo?
Actualmente pertenezco al comité de empresa de mi hotel como afiliada al SAT. Mi hotel es puntero en derecho laborales: siempre ha existido comité de empresa y la plantilla está acostumbrada a las huelgas, negociaciones, acciones… Mi hotel está acostumbrado a la lucha obrera.
Lo que ocurre es que en el comité no existía ninguna representación del departamento de pisos. Somos las más numerosas, pero también las que viven más precariedad. Así que nos presentamos y actualmente estoy en el comité.
¿De dónde surge la idea de crear las Kellys Unión Sevilla?
Con la edad empiezas a plantearte cosas, supongo que por tener más tiempo para una misma, y a tener otros sueños. Soñé que podía trabajar en mejores condiciones y hubo alguien que creyó en mí: mi compañero y amigo Faly, y aquí estamos, luchando, para que la ley se cumpla. A veces, los sueños son injusticias que están reguladas y no lo sabemos. Toda clase de injusticia, por sentido común, debe estar regulada.
Muchas de mis compañeras, con las que mano a mano trabajé durante años, empezaron a tener bajas muy largas por problemas de salud, tanto de espalda, como de brazos y entendí que ese era nuestro destino si no luchábamos por cambiarlo.
Jóvenes, pero enfermas, pasando por tribunales médicos, con una paga por enfermedad común. Vi como sus cuerpos dejaron de ser válidos. Y la magistrada Gloria Poyatos, con su veredicto a través de una sentencia comentada de un hotel de las Islas Canarias, me hizo ver la luz. Fue cuando opté al comité.
Mientras preparaba las elecciones, escribí sobre el tema en redes y empezaron a llegarme mensajes de camareras de piso preocupadas por lo mismo que yo. Es un problema de todas. Así contacté con las Kellys y conocí a Eulalia Corralero, fundadora del movimiento. Le pregunté por la Asociación de Sevilla y me dijo que ahora mismo no existía, que la hubo pero que desapareció, pero que tenía todo su apoyo para volver a crearla y me lancé. Todo nació de manera muy natural, sin buscar nada.
¿Quiénes sois las camareras de piso?
El perfil de la camarera de piso suele ser el de una mujer entre 30-50 años con cargas familiares y con necesidades económicas. Yo siempre digo que aquí se llega por necesidad. Si tú detrás no tienes una carga no trabajas aquí. Sobre todo porque el empezar es muy duro. En general, el perfil no ha cambiado mucho en estos años, lo único que cada vez llegan más jóvenes.
Como tú misma dices, sois un colectivo muy feminizado ¿por qué piensas que sois principalmente mujeres?
También me lo pregunto. Creo que es lo que el empresario busca. Nosotras no elegimos quién entra o quién sale en la empresa. Por algo, los empresarios buscan mujeres. Lo que sí es verdad es que todas llegamos con la esperanza e ilusión de tener un sueldo, como una luz al final del túnel.
En los últimos años las empresas relacionadas con el sector del turismo no paran de aumentar sus ingresos, dicho por los propios responsables políticos del ayuntamiento de Sevilla. ¿Ha significado una mejora en vuestras condiciones laborales?
¡Al revés! Cada vez son menos los derechos laborales y mayor la precariedad laboral. Cada vez las enfermedades, no reconocidas como laborales, se producen antes.
Por ejemplo, antes en los picos bajos de clientela no se echaba a la camarera, sino que se hacía limpieza en profundidad. Hoy en día apenas hay fijas. Eso significa que cuando hay picos bajos, echan a las camareras discontinuas y eventuales, se cierran plantas y las que puedan, cobran el paro, y las que no, la ayuda familiar. Y las que se quedan nunca disfrutan de menos trabajo, siempre tienen la misma carga de habitaciones.
Además, antes había una forma de trabajo más relajada. Ahora te fuerzan a que hagas números determinados de habitaciones y vives con el estrés constante de acabar el número de habitaciones que te piden. Como todo es rentabilidad, nuestras espaldas están mucho más quemadas por el uso.
A veces siento a este colectivo como una herramienta más de trabajo, como si fuésemos de hierro: sin corazón, ni mente, ni piel, ni sistema nervioso. No, no somos de hierro y madera.
Hemos dejado nuestra juventud en las plantas, nuestra fuerza la invertimos en camas y baños. Ahora que enfermamos, que no le valemos, tienes que darte de baja por enfermedad común o directamente te dan de lado. Ya tenemos una edad, ¿a dónde voy yo con 50 años si lo que mejor sé hacer son habitaciones?
Si bajasen la carga de trabajo, invirtiesen en mobiliario ergonómico y se llevasen a cabo las evaluaciones de riesgos, no llegaríamos a esta situación siendo tan jóvenes. Yo quiero jubilarme a la edad que me corresponda, con los achaques típicos de la edad.
Mi profesión es hermosa, y mi sueño es dignificarla, para que muchas mujeres puedan tener un futuro mejor.
¿Qué supone esto de la eventualidad?
La eventualidad en Sevilla no debería existir. No tiene motivo. En la costa puede ser diferente, es turismo de playa, pero en nuestra ciudad solo existen dos meses quizás más flojos que son enero y agosto donde, además, la mayoría de personal fijo disfruta de sus vacaciones.
Lo que existe es una eventualidad fraudulenta, que juega con nosotras y nos impide obtener seguridad. Es una eventualidad denigrante, porque nos instala en el miedo, en la amenaza de no volver a ser llamadas. Es una eventualidad en la que no solo nos destrozan la salud, sino el alma. Juegan con nuestros derechos por pura codicia.
Además de esta carga laboral, ¿cuáles son las condiciones laborales precarias que tú mencionas?
Lo que me estoy encontrando en muchos hoteles es terrible: nos degradan la categoría profesional y nos ponen categorías por debajo de camareras de piso, no pagan según convenio, nos hacen trabajar más horas de las que cotizamos legalmente, trabajamos a destajo cuando eso es ilegal, no realizan los estudios de prevención de riesgos laborales.
A muchas mujeres solo las llaman los fines de semana, otras en Semana Santa y Feria y, sin misericordia, les plantan un control de habitaciones que son incapaces de terminar porque carecen de experiencia. Y ellas, con la ilusión de un trabajo, de un cambio para sus vidas, se derraman como agua y después se olvidan de ellas; y las que consiguen permanecer, se sienten tan agradecidas que asumen que la falta de derechos laborales es lo de menos.
¿Qué supone la existencia generalizada de subcontratas y ETT en vuestra profesión?
La externalización para nuestro colectivo es una discriminación por género y debería estar prohibido. Somos el único departamento del hotel que se encuentra externalizado… Eso nos quita todo el poder: no puedes estar en los comités de empresa, ya no tienes voz, te apartan del resto de compañeros, no puedes usar ni el mismo ascensor que el resto de la plantilla, no tienes derecho a comida… es como la parte más miserable, porque al final te quedas con «a mí por qué me apartan».
Cuando hablo con ellas y me explican su situación, me dicen que parecen cucarachas, personal que puede ser pisoteado, mujeres que a nadie le importan, carentes de valor. Genera sensación de abandono.
¿Cuáles son las principales reivindicaciones como Kellys Unión Sevilla?
Principalmente no estamos pidiendo nuevas negociaciones para crear nuevos acuerdos o derechos, sino que estamos ahora mismo pidiendo que se cumpla lo que ya viene recogido en la ley.
A parte de esto, pedimos otras como el reconocimiento de las enfermedades laborales, la jubilación anticipada o la ilegalización de la externalización. [i]
¿Cómo estáis peleando por vuestros derechos?
Sindicalmente es muy difícil. A veces le digo a mi madre «mira a los 50 años en el lío que estoy metida» y me dice «porque ahora puedes». El resto de mis compañeras están en el punto que yo estaba antes: solo ven su necesidad, su propio mundo.
No están abriendo los ojos para ver la realidad que la hostelería les ha impuesto e incluso pueden sentirse agradecidas porque es donde se han agarrado y se sienten seguras. Pero es verdad que se están cometiendo unas barbaridades de las que no somos conscientes nosotras mismas.
Llevo siempre octavillas en el bolso sobre las problemáticas que tenemos y les explico nuestros derechos. Cuando vives la precariedad los derechos son como el azúcar o el melón: no sabes su sabor si no lo pruebas. Mi primera labor es concienciarlas y organizarlas.
¿Qué victorias habéis conseguido de momento?
Lo primero, ser visibles. Somos una profesión muy invisibilizada. La gente llega a los hoteles y parece que todo está limpio por arte de magia.
Existen muchos responsables:
La carga de trabajo es responsabilidad del hotel, de la forma en que organiza el trabajo; la salud es responsabilidad directa de la dirección; el reconocimiento de las enfermedades laborales pertenece al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, pero a las Mutuas no les interesa, son aseguradoras que pertenecen a la Banca, y están unidas a la Patronal por ser ellos los que pagan ese seguro.
Hemos conseguido como «Kellys» que las dolencias del hombro, brazo y muñeca nos sean reconocidas como enfermedades profesionales, que la externalización esté prohibida en algunas comunidades, y que en el resto todas las empresas externas se rijan por el Convenio de Hostelería.
Tenemos una lucha sindical y otra política. De momento, el objetivo principal es concienciar a las camareras de piso para que se organicen.
¿En qué consiste esa concienciación?
Como asociación no pertenecemos a ningún sindicato ni partido político. Es la unión de las diferentes camareras de piso sin importar su adscripción. Mi deseo: que todas estén sindicadas. Nuestra lucha es laboral, necesitamos por lo tanto de un sindicato porque nosotras estamos peleando contra la patronal.
Mi consejo es que nos debemos afiliar a algún sindicato y llegar al comité de empresa. Tenemos que hacernos delegadas sindicales, para que te proteja la ley y ahí empezar a pelear. Y a los sindicatos les reclamo que se vuelvan más activos con nuestra cuestión en los comités de empresa, sobre todo en la comisión de Seguridad y Salud, exigiendo el cumplimiento de la ley de Prevención de Riesgos Laborales. La huelga que hubo en agosto en Ibiza y Formentera, apoyada por la CGT, fue por este motivo. ¿Es necesaria una huelga para exigir el cumplimiento de una Ley? Parece absurdo, pero es real.
También he conocido hoteles que aplican la externalización pero donde las camareras de piso están contentas: no tienen sobrecarga de trabajo, no existe eventualidad fraudulenta, trabajan con los mismos derechos que las fijas que pertenecen a la plantilla de un hotel, y es debido a que han podido organizar el comité de empresa en la subcontrata.
Quiero reunirlas y que expliquen al resto de camareras externalizadas cómo lo han hecho para que tomen ejemplo de que es posible salir de tanta precariedad y abuso laboral.
Y, para terminar, os hemos visto muy activas colaborando con otros colectivos. ¿Cómo está siendo esta experiencia?
Sin agentes sociales no vamos a ningún sitio. Me he encontrado a personas maravillosas y solidarias que nos apoyan. Necesitamos de otros agentes para poder hacernos fuertes. Yo llevo poco en la lucha obrera, pero a veces noto que quizás no entienden del todo nuestro problema.
Por ejemplo, nuestro colectivo es un colectivo muy feminizado y necesitamos de mayor involucración del movimiento feminista. Tendremos que involucrarnos primero nosotras y hacernos visibles también ante ellas, porque no podemos olvidar que somos mujeres subyugadas por mujeres, atemorizadas por mujeres y maltratadas por mujeres. Es una realidad muy fea, pero es la verdad.
[i] Para más información: https://kellysunionsevilla.com/reivindicaciones/