¿Cómo fue el trabajo en el salón de juego de la empresa en cuestión? ¿La carga de trabajo se equivalía con el contrato que firmaste?
El trabajo no se correspondía con el contrato firmado, ya que el trabajo era supuestamente de camarera, estaba asegurada 4 horas como camarera de cafetería, para servir bebida y comida, con dos días a la semana libres y un sueldo de 600€. El negocio era nuevo, por lo que el jefe dijo que conforme fuese prosperando, me iría subiendo el sueldo.
Sin embargo, la realidad era un trabajo de lunes a domingo de 00:00 a 12:00. En conclusión, las 4 horas aseguradas eran las 4 horas legales de apertura, sin embargo, el salón abría toda la noche, por lo que trabajaba 4 horas sin seguro y de manera ilegal. Un salón de juegos abre las 24h del día, los 7 días de la semana. Los turnos eran de 8 de la mañana a 4 de la tarde a 12 de la noche. Los findes de 12 de la mañana a 12 de la noche y de 12 de la noche a 12 de la mañana. Quien trabajaba la semana de noche, libraba los findes, se hacían así los turnos para que, si te tocaba trabajar un finde, poder librar el siguiente.
Cuando fui a pedir un préstamo, el banco comprobó mi contrato y me comentó que las horas que hacía yo no coincidían con las que ponía en el contrato. Según el contrato, trabajaba martes jueves y viernes de 10:00 a 14:00 y los viernes de 18:00 a 22:00 de manera indefinida. Al saber esto y llevar ya un tiempo trabajando de lunes a domingo, entré en cólera de que el banco me denegase el crédito habiendo estado matándome a trabajar. Pedí que me subiesen más horas para poder recibir el préstamo, sin embargo, el jefe me dijo que no tenía dinero (después de haberse comprado un coche nuevo) para ampliarme las horas de contrato.
Viéndome en esta situación, decidí ir a trabajar las horas que estaba contratada legalmente, ya que el trabajo no merecía la pena que hacía pasar y a final de mes llegaba gracias a las propinas más que al sueldo de por sí.
Camarera, portera, limpiadora, reparadora de máquinas… con todos esos oficios cumplía yo solita, encima en un horario peligroso para trabajar sola y en el cual no puedes alertar a la policía por el broncazo que me pudiese echar la empresa.
¿Cómo encontraste el empleo?
Echando currículums en la zona de mi casa eché a los tres turnos que se ofertaban. A la semana siguiente me contrataron y tuve dos días de prácticas, trabajando a partir de entonces sola con la carga de trabajo y con las responsabilidades que comenté antes.
¿Cuánto dinero producía el negocio?
Esta pregunta es muy ambigua porque yo realmente he tenido dos jefes: la marca a la que representaba y el jefe que me contrataba, que solo tenía las ganancias del bar y una comisión por parte de la empresa que equipaba el bar para las apuestas. A mí me contrató este último, pero quien hacía el grueso de los beneficios era la marca y eso, es muchísimo dinero. Lo que hace el salón de juego y la cafetería son dos cosas muy diferentes, sin embargo, un servicio estimula al otro (en copas, sin contar comidas y demás, se llegaron a producir más de 300€ algunas noches y 50-100 € en comida cada noche).
El camarero se encarga de mantener al cliente cómodo en las máquinas, sin tener que moverse para comer o beber y sin que se plantee en ningún momento salir. Todo el dinero que produce el camarero lo recibe íntegro la cafetería, la marca del salón solo paga una parte de sus beneficios a este. Los clientes habituales podían llegar a perder hasta 300€ en un día, no eran muchos, pero se dejaban su sueldo en el salón.
El proceso de recaudación se hace una vez a la semana y ellos le hacen el ingreso. La recaudación no la hacía una empresa de recaudaciones normal, los recaudadores iban en furgonetas, era todo muy inusual y seguramente no declarasen lo que realmente ganaban, aunque tampoco tengo constancia de ello.
¿Viste realizar acciones ilegales en la casa de apuestas? ¿Puedes comentar cuáles?
En mi turno no, he sido bastante estricta, no quería causar pérdidas y que eso pudiese poner en peligro mi empleo, así que me encargué siempre de pedir DNI y evitar los conflictos. Además, ese salón de juego era como mi casa, cuando dejo entrar a alguien a mi casa no permito que me falten al respeto, algo así aplicaba en el trabajo. Hay dos cámaras que apuntan al exterior, turnos de trabajo que no se declaran, se fumaba en el interior y problemas higiénicos, pero no soy responsable de este tipo de infracciones.
Los jugadores con acceso restringido no podían acercarse ni a las zonas B4 ni a las máquinas de apuestas, pero a las tragaperras y a la ruleta sí, así que el acceso restringido era a medias. También había cámaras apuntando directamente hacia el exterior, lo cual es ilegal si no es hacia la puerta del establecimiento.
¿Qué tipo de órdenes daba tu jefe? ¿Te vigilaba durante las horas de trabajo?
En el salón de juego hay más de 20 cámaras, el trabajo era como un gran hermano y los pedidos iban por botones que te daban un aviso de a qué máquina ir. Yo les atendía y les prestaba el servicio que pidiese: aire acondicionado, bebida, comida. El jefe estaba continuamente encima de mí, pidiendo explicaciones por el aire acondicionado, poniendo quejas por hacer mi trabajo… si echaba mucho hielo en el vaso, si la ceniza de los clientes iba a los vasos (de noche no se permitía salir a fumar y lo hacían dentro).
Cuando cenaba (entre las 6 y las 8 de la mañana) me llamaba para decir si no tenía que hacer algo, cuando la mayoría de las veces lo tenía todo limpio. También me preguntaba por qué dejaba a los clientes solos cuando iba al cuarto de baño o me iba a cambiar (para ponerme la ropa del trabajo, con la que no me gustaba ir por la calle).
Como trabajadora del salón, ¿los clientes te pedían dinero al ver que habían perdido todo lo que llevaban? ¿Cuál fue el caso más crítico?
Los jugadores piensan que el trabajador se lleva mucho dinero del salón, pero no es así (a no ser que seas el dueño de este). Menos aún en la época en que trabajaba allí, ya que no se estaban cubriendo tanto las espaldas. A mí me han pedido dinero y no cinco o diez euros, sino cuatrocientos o quinientos por gastar la pensión de los hijos… Me estaba pidiendo más de la mitad de mi sueldo mensual, obviamente no podía hacer nada. Yo me quedé en blanco, no sabía cómo animarle ni qué darle de consuelo. Eso me superó.
A veces, en situaciones de este tipo, si el cliente era muy VIP la marca ofrecía bonos para invitar a comidas y bebidas si la noche iba mal, sin embargo, mi jefe prefería no gastar estos bonos y declararlos como beneficios, por lo que nunca los usaba. Había unos 5 clientes habituales, ludópatas fijos, que pasaban entre 4 – 5h diarias en el salón, en esas horas acumulaban muchas pérdidas normalmente, raro era el día que volvían a casa con los bolsillos llenos.
También, he visto parejas que han discutido y hombres a los que han abofeteado sus mujeres en el salón, yo solo podía echarles para que discutiesen fuera, de la manera más educada posible, sabiendo que era ella la que tenía toda la razón, que el dinero de sus hijos estaba gastándolo en jugar.
¿Cómo se ha desarrollado tu conflicto laboral? ¿Has tenido apoyos? ¿Ha habido muestras de solidaridad por parte de tus conocidos o por parte de otros trabajadores?
El apoyo ha sido nulo en general, mi gente siempre ha estado conmigo, eso no es nuevo porque saben la situación en la que estaba yo. Sin embargo, de mis compañeras (casi todas mujeres) ninguna ha querido testificar a favor mío. Muchas me han pedido ayuda cuando les han echado y se la he ofrecido cuanto he podido, pero ahora que la pido, no quieren meterse en el berenjenal. Ni compañeros reponedores, tampoco me han ayudado, sabiendo que digo la verdad.
Respecto a los sindicatos, UGT me pidió los papeles (contrato, cláusulas…), no una copia, ni un escáner, sino los papeles en sí, y más tarde vi fotos en Internet del hombre con quien me entrevisté con el dueño de la empresa a la que estaba denunciando. Respecto a CCOO, me ayudaron aconsejándome con que fuese a trabajar mientras no me hubiesen dado el finiquito, ya que, si faltaba al trabajo antes de estar despedida, no podría denunciarlos por despido improcedente. Fue un consejo útil, sin embargo, para más ayuda me pedían que me sindicase con ellos y no sabía si necesitaría el dinero que costaba la cuota en los siguientes meses, no tenía trabajo ni expectativas de encontrarlo… No asistí a ningún otro sindicato.
Realmente durante casi todo este tiempo, me he sentido sola. Ante una multinacional, sola. Una multinacional con mucho poder en España.
¿Considerarías volver a trabajar en un salón de juego?
Para nada. Y me lo han ofrecido, de hecho, en unas condiciones mejores que las anteriores, uno de ellos por 1200€, horas extra aparte a 10€. No lo aceptaría ni cobrando más aún. No merece la pena un trabajo que recuerdas por entrar llorando y salir llorando a causa de la presión, las situaciones que me encontraba, las horas que se echan, currar en festivos (la noche de Nochevieja incluida)…
Este tipo de situaciones, en las que la gente ve el dinero fácil como un modelo de ocio es lo más agobiante, ves la situación de gente que es adicta y sientes que les estás jodiendo tú la vida mientras trabajas… No podría repetir eso. Me sabía la ruleta entera, los sonidos de cada máquina… y sientes que ese no es tu mundo, que estás rodeado de muchas malas personas. Nunca he hecho mal a nadie, pero ahí había gente que iba a hacer mal. Que tu jefe no pare de vigilarte y te eche la bronca incluso por atender a la clientela sin tiempo de haberte cambiado… Era un agobio continuo.
Así que no, ni trabajaría ni aconsejaría a nadie que trabajase en un salón de juego.
¿Alguna vez algún cliente trató de abusar de ti o agredirte de algún modo? Si es así, ¿cuál fue la reacción de tu jefe al enterarse?
En un salón de juego las mujeres somos un objeto, es por eso que casi todas mis compañeras eran chicas y las que trabajaban aquí antes que yo. Ahí dentro un 90% son hombres, aprovechan contratar a mujeres jóvenes para obtener subvenciones y utilizarnos como reclamo sexual para el cliente, aunque no puedan tocarnos.
Respecto a agresiones, en un turno, antes de las dos de la mañana echamos el cierre, como los clientes no pueden fumar dentro, tienen que salirse fuera, cuando chapas cierras a cal y canto y te quedas con los clientes que están ya dentro, si viene alguien de fuera, solo le abres si es un cliente de confianza, si no, se queda fuera y le explicas que no se abre hasta las seis de la mañana, hora en que podemos llamar a la policía sin tener sanciones.
Ese día avisé a los clientes de que iba a ir cerrando en diez minutos. Me encargaba de que los más raros se fueran, pero los habituales sabían que podían quedarse jugando… yo solo tenía un botoncito como defensa, así que mejor de esa manera. Unos chavales salieron cabreados en un momento en el que no estaba mirando, para lo que aprovecharon otros clientes «medio habituales» pero de poca confianza para entrar. Estos últimos eran habituales, pero no deseados por la noche porque no sabía si podrían liarla. Estos chavales venían del tanatorio, de enterrar a su abuelo y venían ebrios (y no solo de alcohol). Estaban derrochando el dinero mientras lloraban, les dije que se fuesen a casa, que lo estaban pasando mal y que estaban perdiendo, así que uno de ellos se levantó y fue a cambiar dinero, tirándolo todo por el suelo. Le ayudé a recogerlo, después de ello se me acercó y me intentó tocar la cara y me dijo «¡Ay mi reina mora que se preocupa por mí!», a lo que le contesté que no podía tocarme y respondió de manera agresiva. Ahí, se lio. Otro cliente, este sí, de confianza, me ayudó a sacarlo. Una vez fuera, este chaval, el que la había liado, llamó a la policía y dentro había unas 15-20 personas. Fuera me esperaban la policía y el cliente gritándome insultos y amenazas.
De seis a ocho estuve limpiando, pero estaba cerrada por el miedo a que volviese este tipo. Se lo conté al encargado cuando llegó y la respuesta de este fue que no volviese a pasar esto, que a la próxima lo dejase dentro y me aguantara, aunque se estuviese propasando conmigo. Según él tenía que haber aguantado hasta las 6 de la mañana para llamar a la policía. Sin tener seguridad, midiendo yo poco, y ante una situación así, no estaba protegida, y lo que tenía que hacer según el jefe era callarme y soportar a gente que se propasaba. Respecto a la multa, la pagó la empresa, pero se me amenazó con que, si volviese a ocurrir, la pagaría yo… ¡Cómo si fuese culpa mía que un cliente se propasase conmigo!
Recientemente se creó el Ministerio de Consumo con competencias sobre las casas de apuestas, ¿estás satisfecha con el trabajo del Ministerio?
Es triste pensar en que algo tan simple como una restricción del juego se tenga que estudiar tanto por los beneficios que produce. Mientras que la situación no se revierta, se seguirán llenando sus arcas a velocidades pasmosas, así que no interesa a nadie crear medidas duras contra estos establecimientos. Apenas nadie está tomando partido contra esto, pese a que nadie duda tampoco de que sean perjudiciales para nuestros barrios.
Las medidas que se han tomado de restricción de horarios son buenas, sin embargo, son insuficientes ante el tamaño del problema. Es algo que no hay que trabajar solo en los horarios en que se publicita, hay que ver cuál es el problema y la situación en cada barrio y pueblo, y buscarle la solución, aunque pase por cerrar salones.
¿Conoces a otros trabajadores de la empresa? ¿Qué perfiles tenían? ¿Y los consumidores?
Los consumidores eran casi todos hombres, y aun así cada vez había más afluencia femenina, pero el 90% son hombres, desde gente que busca combatir la soledad de casa hasta ludópatas con familias y chavales que van ahí como recurso de ocio y posible fuente de dinero fácil… de todo, realmente no hay un perfil fijo y estable. Había ludópatas con un problema grave y gente que venía a pasar el rato ocasionalmente, los primeros eran los clientes habituales, a quienes la empresa consideraba «de confianza» al no dar problemas.
Las trabajadoras, por contrapartida éramos casi todas mujeres y se nos usaba como reclamo, teniendo que ir al trabajo mucho más arreglada que una camarera de cafetería (rimmel, escote, maquillaje…) Teníamos que hablar con voz agradable, cariñosa, para mantenerlos tranquilos y relajados. Éramos poco más que un objeto con el que estimular el consumo. El cómo vestir y cómo tratar al cliente (con cariño, una voz calmada, ofreciendo todo lo que estuviese en tu mano como servicio de cafetería para que no se fuese…) nos lo decía nuestro jefe, el dueño de cafetería. Sin embargo, el uniforme (el último que me dieron, poco más que una blusa) lo proveía la marca a la que representaba el salón.
Te estás enfrentando a un juicio contra una multinacional, ¿cuál es la experiencia por lo pronto?
He estado sola, con mi abogado de oficio, sin dinero, con un finiquito y poco más. Contra mi jefe y contra una empresa en la que he trabajado, a cuyos trabajadores y consumidores conozco. Estos dos representados por un abogado de pago y un bufete que representa a una multinacional. Mi abogado y yo nos sentimos solos ante un enemigo que resulta muy lucrativo para la junta, que no quiere verse perjudicado en sus beneficios por una trabajadora que ya no pudo más.
Hasta ahora que sepa soy la única trabajadora de Andalucía que ha denunciado a una empresa tan grande de este estilo. Y vosotros, los únicos que me habéis dado apoyo y habéis hecho cuanto podíais por visibilizar el caso y el problema, muchas gracias, de verdad.
¿Cómo crees que afecta a la sociedad este tipo de ocio?
Este tipo de ocio ha aumentado mucho en los últimos años, en Jerez ya hay siete salones de Juego, en El Puerto, Puerto Real y Cádiz otras tantas, se debe a la necesidad de la gente de más dinero, y sin trabajo, viviendo muchas veces de pensiones o con poco dinero entrando a casa. La gente ve en el «dinero fácil» de las apuestas y el azar. Sin embargo, no son la solución para su situación y solamente lo empeoran todo. Es un problema social importante y que casi nadie está combatiendo, cuesta de creer que, siendo tan evidente el problema y habiendo crecido tanto estos últimos años, apenas se ve movimiento en este aspecto.