Estos días ha tenido lugar en la Habana el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba. La gran cita de los comunistas cubanos se produce en el marco de la pandemia generada por la COVID-19. Esta pandemia, y habiendo sido Cuba uno de los países más eficaces en la lucha contra el virus (gracias a su sistema de Salud Pública), ha acentuado la profunda crisis económica de la isla.
Los retos de la Revolución Cubana
Los cubanos se encontraban ya sumidos en una difícil situación de abastecimiento eléctrico y de bienes de consumo. Debido principalmente a la intensificación del bloqueo estadounidense. La administración Trump había revertido todas las medidas adoptadas durante lo que se vino a denominar “el Deshielo”. En este período, la administración Obama y el Gobierno cubano, gracias a la mediación del Papa Francisco, comenzaron a desmontar algunas de las medidas del bloqueo comercial al que el gobierno de EE.UU. llevaba sometiendo a la isla durante más de 50 años.
Sin embargo, ni la pandemia ni el bloqueo son los únicos problemas que afronta el país. El 16 de abril de 1961, fecha con la que coincidía el inicio del VIII Congreso, y después del triunfo contra la invasión de bahía de Cochinos por parte de mercenarios (entrenados y financiados por EEUU) Fidel Castro proclamaba el “carácter socialista y marxista de la Revolución”.
60 años después, la construcción del Socialismo en la isla, gravemente dañada por el período especial tras la caída de la URSS, afronta su etapa de madurez. Pero lo hace condicionada por medidas excepcionales, como la existencia de un doble sistema monetario hasta 2020. O por la puesta en marcha de una arriesgada liberalización de la compraventa de vivienda, el establecimiento por cuenta propia de oficios y la siempre compleja dependencia del turismo.
Relevo de la Generación Histórica
Además, la Revolución sumaba este enero su 62º aniversario, y hasta este Congreso, las principales responsabilidades del Partido Comunista seguían estando en manos de una ya octogenaria Generación Histórica. Gloriosos y heroicos combatientes de la lucha guerrillera acumulaban décadas de trayectoria política. Mientras tanto, generaciones altamente capacitadas de cuadros, formados profesional y políticamente ya en la etapa socialista, aguardaban en la segunda línea.
Así, definen las resoluciones congresuales que “Diversas decisiones se adoptaron encaminadas a corregir errores y debilidades, iniciándose el traspaso paulatino y ordenado a las nuevas generaciones de las principales responsabilidades del país.”
Este relevo, no es solo simbólico. Además del relevo en la Secretaría Primera, encargada ahora a Miguel Díaz-Canel, cinco de los catorce miembros de su Buró Político (el órgano ejecutivo entre sesiones del Comité Central) se incorporan a la tarea en este Congreso. Y entre el máximo órgano, el Comité Central, de forma acompasada al proceso que venía dándose en los organismos intermedios y de base, ha incrementado la presencia de mujeres – siendo aún infrarrepresentadas, especialmente en las tareas clave- , cuadros jóvenes, y personas racializadas (sector este especialmente discriminado y explotado durante los siglos de colonialismo yanki y español).
Acuerdos del Congreso en materia económica
La propia difusión del evento en redes sociales, y la adaptación de la comunicación cubana a la era audiovisual, es la concreción de los mandatos del Congreso. Este hizo una llamada a redoblar la lucha ideológica en todos los campos y por todos los medios. No en vano, la contrarrevolución opera altamente dopada por los fondos de Miami en este campo desde hace muchos años. Pero sobre todo, el PCC sigue decidido a intervenir en todos y cada uno de los núcleos de población, centros de trabajo y estructuras sociales de la isla. “Las calles, los parques y las plazas serán de los revolucionarios.” Afirmó Raúl Castro en su informe de apertura de la convención.
En medio de los cantos de sirena de la liberalización económica, y de las llamadas a continuar la senda de Vietnam en la implantación de un capitalismo pleno tutelado por el Estado, el Congreso valoró la implementación de la política económica, y renovó la Conceptualización del modelo económico socialista. Dicha Conceptualización remarca claramente el objetivo de “consolidar la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción”. Igualmente, se continúa perfeccionando el método de la planificación, buscando dar mayor peso a la decisión de los trabajadores, y aligerar la excesiva dependencia de las empresas de los organismos centrales del Estado.
Muestra de los retos en esa materia es la puesta en práctica de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución actualizados en el anterior Congreso. De ellos, el 30 % fueron implantados, el 40 % se encuentra en implantación, y el 30 % restante aún pendientes, porcentajes estos últimos demasiado elevados. Sin embargo, se ha puesto en marcha la Tarea Ordenamiento. La reconversión del sistema monetario a uno más equitativo y que no beneficie a turistas y remesas extranjeras, ha ido parejo a un reajuste de todos los precios y salarios en el país.
El Partido de la Patria y el Socialismo y las tareas internas pendientes
En el ámbito interno, destaca la lucha contra el burocratismo y la acomodación. La pervivencia de la Revolución lleva aparejado también un celo revolucionario indispensable. Además del peligro de la pervivencia de arribistas en el Partido, puede ser causa de deslegitimación ante el pueblo cubano la dejadez o degeneración de algunos cuadros del Partido. En concreto sobre la corrupción, se afirma que “El enfrentamiento a la corrupción y otras conductas nocivas ha sido una prioridad, al constituir un problema de Seguridad Nacional, ante lo cual se requiere actuar con mayor vigilancia, exigencia y control”
Además, rezan los acuerdos congresuales que “persisten debilidades en la aplicación de la Política de Cuadros, que se reflejan en la tendencia al formalismo y la superficialidad de no pocos cuadros que se consideran imprescindibles y no atienden la formación de las reservas. Se pone de manifiesto un escaso vinculo con el pueblo, falta de sensibilidad e incapacidad para movilizar a los colectivos en la solución de los problemas y un débil trabajo hacia los subordinados.”
La Revolución sigue viva
Pese a la interesada imagen de monolitismo y burocratismo, a quién revise mínimamente el desarrollo congresual, podrá apreciar el vivo debate de la cita. Miles de reuniones previas de todos los núcleos, delegados que toman la palabra desde el público en la sesión plenaria, vivas discusiones en las Comisiones de trabajo. De nuevo, la Revolución Cubana ofrece una lección de democracia. Si bien aún perseveran formas burocráticas de relación, el Poder Popular es la simiente de la participación.
Lo mismo ocurrió en el debate de la Constitución cubana. En su proceso de debate y elaboración, y sobre el texto aprobado por el Parlamento (la Asamblea Nacional del Poder Popular) se celebraron más de 130.000 asambleas populares, tomaron la palabra 1.700.ooo personas y se remitieron 2125 enmiendas. Esto contribuyó a que el 60% del texto sometido a referéndum sufriera modificaciones respecto a la propuesta primera.
Y, si la continuidad aún estaba en duda, en el discurso de clausura el nuevo Primer Secretario afirmó que “El Partido Comunista de Cuba continuará en el reconocimiento y defensa de nuestras esencias: la independencia, la soberanía, la democracia socialista, la paz, la eficiencia económica, la seguridad y las conquistas de justicia social: ¡el Socialismo! A ellas sumamos la lucha por una prosperidad que abarque desde la alimentación hasta la recreación, que incluya el desarrollo científico, una riqueza espiritual superior, el bienestar, y que empodere el diseño de lo funcional y lo bello.
Vale la pena defender el socialismo porque es la respuesta a la necesidad de un mundo más justo, equitativo, equilibrado e inclusivo; es la posibilidad real de diseñar con inteligencia y sensibilidad un espacio donde caben todos y no solo los que tienen los recursos.”
Enlace al conjunto de acuerdos del VIII Congreso del PCC
Miguel M.