Tras la apabullante victoria de la voluntad constituyente chilena en el plebiscito de octubre, debían haber tenido lugar en Chile elecciones a la convención constituyente en abril. Fueron retrasadas unilateralmente por el presidente Piñera, y finalmente han sido celebradas este fin de semana. La maniobra, ejecutada con la excusa de la pandemia, poco tenía en verdad que ver con esta. Menos cuando Chile es el país de Latinoamérica con la vacunación más avanzada. Un 45% de la población ha sido inoculada al menos con una dosis.
Lo que de verdad escondía la maniobra de dilación, es la debilidad política de la derecha chilena. Las fuerzas políticas, herederas de la dictadura, han gobernado 7 de los últimos 11 años. Siempre con un programa continuador de las políticas neoliberales y autoritarias de Pinochet. Pero en los últimos años, no solo han perdido la hegemonía ideológica y social. También han encadenado derrotas masivas.
Tras el ciclo de movilizaciones y protestas ciudadanas de 2019, el gobierno Piñera tuvo que retractarse en todos sus paquetes de ajuste social. La denominada “Marcha más grande de Chile” consiguió movilizar a millones de personas. Y ese hito, que obligó a retirar el paquetazo de reformas, no detuvo al pueblo chileno. Se fue forjando, desde la base, y con una clara vocación comunitaria y transformadora, un nuevo país.
La derecha chilena, en un intento de contener ese incipiente poder popular, diseño dos barreras para la constituyente. La primera, promover que no fuese una convención plenamente soberana. Diseñaron un proceso en el que solo serían electos por el pueblo el 50% de los convencionales constituyentes. El otro 50%, por el Congreso y el Senado. Donde la derecha pinochetista, y la tibia socialdemocracia chilena gozan de una amplísima mayoría. El pueblo derrotó a esa opción en referéndum y todos los convencionales han sido elegidos directamente en las urnas.
La segunda barrera, que cada artículo del texto constitucional debía ser acordado por el 66% de la Convención. Es decir, otorgar poder de veto a un tercio de la Convención. El pueblo, de nuevo, barrió ese bloqueo otorgándole solo un 20% de las bancadas a los partidos del gobierno.
Dentro de las elecciones constituyentes, destaca además la reserva de 17 bancadas para los pueblos originarios de Chile. El pueblo mapuche, especialmente hostigado por los carabineros y el Estado, tendrá 8 de ellas. Las demás, están asignadas a comunidades más pequeñas de estos pueblos. Además, la postulación de candidatos en estas circunscripciones nacionales debe ir avalada por las organizaciones sociales de los pueblos respectivos. Esto es una notable novedad en uno de los países donde más duramente han sido hostigados los pobladores originarios.
En los 138 escaños restantes de la Convención Constituyente, se sentarán 4 bloques políticos. Están íntimamente relacionados con la reciente historia de Chile:
La ya mencionada derecha pinochetista, con 37 bancadas. Buscarán la mayor obstrucción que el reglamento les permita, así como mantener blindados el sistema presidencialista, las cláusulas que prohiben la nacionalización de sectores estratégicos etc. Defenderán también la posición del Cuerpo de Carabineros (mezcla entre policía y cuerpo militarizado), nunca depurado tras los 30 sangrientos años de dictadura.
La lista Apruebo Dignidad, donde participa el Partido Comunista, y que representa a las fuerzas anticapitalistas y vinculadas al proceso histórico de la Unidad Popular, con 28 escaños. A esta última, y de forma provisional, se le uniría en proyecto político la denominada “Lista del Pueblo”. Conformada por movimientos sociales e independientes vinculados a las protestas de 2019-2020, tendrá 25 escaños con un proyecto similar al bloque encabezado por los comunistas chilenos. En total, un tercio de la Asamblea, con posiciones claramente revolucionarias.
Entre esos convencionales, se sientan la secretaria general de la CUT, el principal sindicato chileno, líderes estudiantiles, del movimiento vecinal y en defensa de una vivienda digna. Pero también activistas feministas, artistas, líderes LGTB y defensores de los derechos y libertades tantas veces vulnerados por los Carabineros y el Estado.
La coalición de socialdemócratas, democristianos, liberales y reformistas varios, agrupados en la denominada Concertación. Herederos de las fuerzas que pactaron la transición chilena desde la dictadura a la actual situación, son conniventes con la Constitución heredada de la dictadura. En ella se agrupaban 4 de los 7 principales partidos de Chile, y aún así solo suma 25 escaños. Se evidencia el declive de las opciones que, de una u otra forma, han sido partícipes del régimen actual. Pese a obtener mayorías amplias en estos 30 años, no habían impulsado reformas constitucionales, ni habían apoyado la completa depuración del régimen pinochetista.
Y grupos variados de independientes, no directamente vinculados a los movimientos sociales, que suman un total de 23 escaños. En las propuestas y la organización de estos convencionales durante los debates radica la llave del bloqueo. Probablemente, algunos de ellos sean cooptados por los proyectos reaccionarios. En ellos, y hacia donde basculen sus posiciones, se encuentra el posible escollo a un funcionamiento democrático y controlado por el pueblo. En su mayor medida son candidaturas personalistas y locales, sin objetivos ni ideologías claras.
Por lo tanto, como este mismo día anunciaban las fuerzas rupturistas y anticapitalistas de Chile, el pueblo no debe descansar ni confiarse. En las elecciones Constituyentes ha habido una participación baja (vinculada a la pandemia) que rozaba el 40%. Nada podrán los convencionales que el pueblo no imponga. Por ello, desde hoy mismo, y durante los 12 meses que está previsto que duren los trabajos de redacción debate, y votación en referéndum de la nueva Constitución, el pueblo chileno continúa vigilante.
Bulle en las calles del país un poder popular incipiente. Años de luchas populares cristalizan ahora en un proceso abierto y en cierta medida incierto. Pero con altas dosis de esperanza. Porque quien construye desde la base, camina con cimientos sólidos hacia un nuevo amanecer. Y, más temprano que tarde, han de cumplirse las palabras de Salvador Allende, radiadas minutos antes de ser asesinado en el Palacio de la Moneda:
«Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor»
Como hecho a destacar, falló la participación en el proceso. Hubo desde el gobierno un intento muy obvio de impedir que la clase trabajadora votara. Redistribuyeron los centros de votación, hubo gente que tuvo que ir a votar a otras comunas y no pasaron autobuses durante todo el domingo. Aparte de que los presos no pudieron votar.
De forma conjunta, se elegía a alcaldes, concejales y gobernadores regionales este fin de semana. No es casualidad. La derecha tenía miedo a la Constituyente, y buscaba seguir aminorando su relevancia. Tampoco lo han conseguido. Con resultados preliminares, los partidos de centroizquierda y la derecha pinochetista mejoran sus resultados de las elecciones Constituyentes. Pero el Partido Comunista gobernará en el distrito central de Santiago, la capital y ciudad más poblada, y aumenta su representación en las barriadas populares de las periferias urbanas.
Si en octubre, en las calles se gritaba Chile Despertó, hoy ha amanecido un nuevo país. Un país en el que sigue vivo el pulso de avanzar hacia el Socialismo. Y donde la lucha contra el patriarcado, contra la represión, por los derechos de los pueblos originarios y por una vida digna, es ya hegemónica en sus planteamientos. Desde agitacion.org continuaremos pendiente de nuestros hermanos andinos, dando cobertura a la evolución de los acontecimientos.
Miguel M.