Marta Roman Martos y Mario Aráez García, militantes de Anticapitalistas
La pandemia ha golpeado a todos los sectores de la población, pero con mayor intensidad a aquellos que ya eran los más golpeados del sistema y se encontraban en situación de debilidad. En cualquier caso, la juventud de clase trabajadora ha sido una de las grandes perjudicadas. Solo hay que echar un vistazo a los datos estadísticos sobre paro juvenil. Si en 2018 el paro en menores de 25 años ya era de 33,53%, una cifra muy elevada, en marzo de 2021 la cifra llegaba al 39,9%[. 6 puntos más que en la situación prepandemia y liderando las estadísticas de situación de desempleo juvenil de la Unión Europea. A esto hay que sumarle los bajos salarios y que según un informe del Ministerio de Trabajo de junio de 2020, la temporalidad laboral es del 67,5% entre los jóvenes. Los contratos en muchas ocasiones son por días o semanas, imposibilitando crear una estabilidad que permita saber en que situación te vas a encontrar mañana, si podrás pagar el alquiler o si vas a poder a hacer la compra. La mayoría de los contratos temporales que se acabaron durante la pandemia no fueron renovados, quedando los trabajadores sin empleo.
Esta precariedad juvenil, que cada vez se extiende a más grupos de la población, se expresa como ansiedad, tristeza e impotencia para multitud de jóvenes. Hay que recordar que el uso de ansiolíticos ha aumentado un 5% durante 2020[, más del doble que en años anteriores. En los jóvenes la situación de inseguridad, de incapacidad para llevar a cabo planes vitales por la falta de ingresos, provoca cada vez más cuadros de ansiedad y depresión. Esto mientras la atención a la salud mental en el Estado español se encuentra en su mayor parte privatizada. Si no tienes ingresos en el mejor de los casos tendrás que pasar por una lista de espera larguísima para ser atendido. En la mayoría de los casos serás tratado con psicofármacos cuando muchos problemas mentales se solucionarían con psicoterapia y teniendo una seguridad económica para no vivir con la incertidumbre diaria. Peor aún en el caso de nuestras compañeras LGTBIQ, aisladas y criminalizadas.
Frente a esta situación la nueva normalidad no parece que vaya a traer unas mejores condiciones para los jóvenes trabajadores. Más cuando la gestión de la pandemia ha sido llevada a cabo por un gobierno cobarde con los poderosos que no solo no se ha atrevido a poner en marcha medidas de rescate a la mayoría social, sino que ha repartido los fondos Next Generation a grandes empresas, cada cual más contaminante que la anterior. Por mencionar medidas que se podrían haber puesto en marcha como la Tasa Covid que gravase a los grandes beneficios empresariales para financiar una situación sociosanitaria extraordinaria, no han sido ni planteadas en ningún momento por el Gobierno, ni por Unidas Podemos y mucho menos por el PSOE. Por no mencionar la permanencia de las reformas laborales, que siguen permitiendo a los empresarios explotarnos día y noche, y la “Ley Mordaza” que criminaliza la protesta. El famosos escudo social se ha demostrado como totalmente insuficiente, el CGPJ confirma que los desahucios se han incrementado un 13,4% en el primer trimestre de este año, el alcance limitado del IMV ha sido más que evidente y los despidos no se han prohibido. Medidas que al no llevarse a cabo debilitan la propia base social que viene sosteniendo al Gobierno y allanan el camino al crecimiento de la derecha y la extrema derecha.
La prueba más evidente la hemos visto recientemente ante la subida de la tarifa de electricidad. Con su pasividad se posiciona de parte de las grandes eléctricas que se dedican a enriquecerse a costa de las clases trabajadoras. Una subida de la tarifa de la luz que no solo repercute en la factura, sino que provoca que se reordene el trabajo reproductivo trasladándolo a los fines de semana o a las noches, que son considerados periodos de descanso. Al fin y al cabo es un reordenamiento de la vida que repercutirá mayoritariamente en las mujeres y que obvia un necesario enfoque de género. Porque son las mujeres las que trabajan en mayor medida en casa utilizando aparatos electrónicos. Y estas deberán reordenar su vida porque si no llevan a cabo los trabajos reproductivos en horario nocturno o en fines de semana, habrá un aumento de la factura de la luz y, en consecuencia, un aumento de la pobreza energética. Mientras producimos para los empresarios entre semana, el fin de semana no lo podemos dedicar a descansar o disfrutar de nuestros allegados, sino que tenemos que dedicar nuestro tiempo a reproducir nuestra fuerza de trabajo para el lunes volver a producir para que se enriquezca una minoría privilegiada. No solo no son capaces de plantear medidas de marcado contenido de izquierdas, como pueden ser la nacionalización de las eléctricas, sino que incumplen su acuerdo de Gobierno en el que planteaban la reforma del mercado eléctrico y la bajada de la factura. Es esta cesión programática constante y en definitiva, la renuncia evidente a enfrentarse al Régimen del 78, la que viene haciendo languidecer la fuerza social, política y electoral de Unidas Podemos. La relación de fuerzas actual es pues una consecuencia de este proceso que se viene profundizando en los últimos años y no la causa de su actual irrelevancia.
Si hubiese habido una izquierda fuera del Gobierno, pero con capacidad de incidir parlamentariamente y hacer una oposición de izquierdas constructiva, la situación política podría haber sido muy distinta y haber hecho más difícil la recomposición del régimen. Pero la opción de Unidas Podemos fue entrar en un Gobierno en minoría con un PSOE que no es ni tan siquiera reformista, sino que como veos sirve a los intereses del capital.
¿Qué tarea nos queda a las revolucionarias? No hay atajos para quienes queremos transformar el mundo y la vida. Seguir avanzando en la construcción de un sentido común claramente anticapitalista, ecologista y transfeminista es nuestra tarea. Asentado sobre los conflictos concretos que hoy nos interpelan directamente. Impulsar espacios propios para la juventud barrial a través centros sociales donde socializar y politizar la rabia, la lucha por una educación pública, universal y de calidad en institutos y universidades, pelear con uñas y dientes cada desahucio en nuestras asambleas de vivienda, y enfrentarnos cara a cara a quienes vienen a parasitar nuestra tierra. Como gritamos en las calles: pelear cada derecho y luchar cada conquista junto a nuestras vecinas y vecinos.
Romper los candados del Régimen del 78 obliga a elegir. O se está con quienes deportan masivamente en las playas de Ceuta, pactan con los ejecutivos de Iberdrola o se está con las trabajadoras y trabajadores.
[3]https://www.mites.gob.es/ficheros/ministerio/sec_trabajo/analisis_mercado_trabajo/jovenes/2020/Junio2020.pdf[4]https://www.portalfarma.com/Profesionales/consejoinforma/Paginas/2021-medicamentos-pandemia.aspx