Parece mentira que hayan cumplido tan solo cinco años del día en que el Rey Juan Carlos I le entregó la corona a su hijo Felipe. En un contexto de movilización generalizada en todas las partes del país , la abdicación llegó sin previo aviso y, aun así, miles de personas salieron a la calle en cada territorio.
De la noche a la mañana, Juan Carlos dejaba de ser Rey pero las ansias de República no cedieron, sino todo lo contrario y, espontáneamente, todas ellas se volcaron en las movilizaciones del mismo día 19 de junio de hace ahora cinco años y en las sucesivas que reclamarían un referéndum sobre el modelo de Estado.
En concreto, miles de jóvenes sentimos que era el momento preciso que se llevaba años esperando. La crisis económica se había recrudecido y habíamos conseguido cuestionar cada cimiento del Régimen del 78: salir a la calle a reclamar elegir el modelo de Estado era solo el inicio del camino y así se hizo. La Puerta del Sol se llenó casi nostálgicamente para rememorar aquel 14 de abril de 1931, acompañada del resto de plazas llenas exigiendo una República e intentando abrir proceso constituyente en un contexto de crisis de Régimen que sacudía movilización tras movilización cualquiera de sus pilares: la monarquía, la Constitución caduca, el sistema bipartidista, el PPSOE…a fin de cuentas, el sistema económico y la estructura política montada para mantenerlo.
En ese contexto abdicó Juan Carlos I, intentando dejar a su hijo Felipe la poca legitimidad que parecía que quedaba en la institución monárquica. Al grito de Referendum YA! se llenaron las calles frente a una ceremonia de coronación vacía, sin apoyo del pueblo español, que cuestionaba día sí y día también la existencia de una institución hereditaria que sangraba a la clase obrera española.
Ha llovido tanto desde entonces que el ataque ideológico ha sido ininterrumpido.
Por un lado, aumentando las medidas represivas a cada mínimo cuestionamiento a la institución monárquica. Los casos de músicos, cómicos y tuiteros que han sido llevados ante la justicia por cualquier crítica o incluso por cualquier verdad dicha sobre la familia real han sido constantes.
Por otro lado, mediante un bombardeo mediático diario sobre el nuevo Rey, buscando alejar su figura de la que había sido la de su padre, en un intento desesperado por acallar cualquier posicionamiento contrario al nuevo monarca desde la raíz ideológica. Es significativo como dos agencias estatales como el CIS y RTVE han tenido una función clara en el nuevo período que se abría: ocultar la opinión pública sobre el Rey de la mano de un constante bombardeo sobre su actividad como nuevo Rey en cada acto institucional. Parecía una fórmula infalible.
Desde entonces, el papel del nuevo Rey en la vida pública ha sido testimonial siendo su única aparición institucional la que realizó en televisión tras el referéndum del 1 de octubre en Cataluña, intentando convertirlo en su 23F particular como golpe de efecto para asentar su autoridad.
Todos los pilares del Régimen del 78 han ido acompañando a la “regeneración” de la monarquía
Tal ha sido la batalla ideológica que donde antes a el PSOE se lo entendía como un igual al PP en lo que respecta a las políticas económicas y a los intereses que representan, se lo trata ahora como el máximo agente progresista sin el cual los avances en derechos sociales no serán posibles. Donde antes se cuestionaba cada artículo de la Constitución, ahora se citan en debates electorales para defender posturas “rupturistas”. Donde la monarquía se cuestionaba desde la raíz como figura antidemocrática, ahora se trata en términos de meritocracia, preparación académica, saber estar y protocolo. Y así con el ‘’donde dije digo, digo Diego’’ intentan cerrar una crisis de Régimen de la que salimos con un mayor avance de la ideología neoliberal y donde salimos, materialmente, muy perjudicadas por la recomposición del Capital (paro y precariedad son, todavía más, nuestras crisis permanentes).
No es extraño que, en esta situación de cierre de un ciclo político marcado por una crisis económica y del propio Régimen del 78, sea cuando Juan Carlos I se retira de la vida pública dejando a su hijo la legitimidad no solo de la institución monárquica, sino también de todo un Régimen que se recompone ante nuestros ojos.
Pese al nuevo momento político que comienza en España, siempre quedan reductos de rebeldía contra la monarquía. No solo como recuerdo de la II República y los avances que ésta supuso para la clase obrera española, sino como único modelo en el que la clase obrera y su juventud podremos avanzar en derechos, hasta conquistar una vida digna. Desde la iniciativa Somos reales, los miércoles republicanos en redes sociales, las consultas republicanas en cada universidad pública, en cada instituto y en cada barrio obrero, hasta las incombustibles movilizaciones cada 14 de abril hablan de que la tradición republicana en España sigue muy viva, y especialmente, entre la juventud a la que no han podido engañar con los falsos mitos de la Transición.