La noche del 29 de octubre de 2016 en una antigua fábrica abandonada seis hombres de entre 19 y 39 años violaron a una niña de 14 años mientras uno de ellos se masturbaba. Hoy, seguimos exigiendo que estos casos de abuso (ya que la Fiscalía defiende que no hubo violencia ni intimidación) sean reconocidos como lo que son: agresiones sexuales y violaciones.
El consumo de alcohol y estupefacientes es, en muchos casos, uno de los detonantes para que las mujeres seamos víctimas de la crítica, el reproche o la culpabilidad indirecta de este tipo de acciones. Tal y como pasó ya con la víctima de La Manada de Pamplona, siempre somos nosotras las que tenemos que demostrar que no dimos nuestro consentimiento. Del famoso no es no hemos tenido que llegar al solo sí es sí para que la sociedad entienda que una agresión no lo es solo si hay enfrentamiento, sino también si no se puede, por multitud de razones, expresar con claridad que el acto será consentido.
En los últimos años parece que vemos un aumento de las violaciones en grupo, pero como todo, solo algunos casos se vuelven mediáticos. La pornografía como una de las formas de producción cultural a través de la cual el patriarcado transmite su ideología sobre los cuerpos de las mujeres se convierte en el elemento pedagógico central en cuestiones de placer y sexo. Este consumo que se produce a edades tan tempranas hace que la educación sexual sea desigual desde su comienzo, transmitiendo la idea patriarcal de una sexualidad donde la mujer es cosificada y está supeditada al deseo masculino (reproduciendo así los estereotipos de género binarios).
Ficha técnica. Ámbito: siete comunidades autónomas. Universo: población de 16 a 29 años. Muestra: 2.457 entrevistas mediante encuesta web. Error muestral: para un nivel de confianza del 95,5%, es del +/- 2,02%. Trabajo de campo: mayo y junio de 2018.
Fuente: “Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales”, Octaedro. EL PAÍS
El estudio “Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales” realizado por Red Jóvenes e Inclusión Social y la Universitat de Illes Baleares ya alertan sobre el aumento del consumo de la pornografía y la oferta relacionada con la violación en grupo. Si a esto le sumamos el instrumento jurídico y los medios de comunicación como aparatos ideológicos del Estado, caemos en la normalización de la violencia machista, reproduciendo así la lógica que hay detrás del aumento de estas agresiones y la normalización de las violaciones en grupo como ejercicio de poder y de desafío.
Mientras estos casos sigan siendo rebajados por la justicia, se sigan utilizando argumentaciones basadas en la necesidad de la violencia o la intimidación explícita para que se estime como violación y mientras la asunción de impunidad permita que los agresores sigan con su vida hasta “que se demuestre lo contrario”, estos casos seguirán presentes en nuestra sociedad. Hemos conseguido después de años de luchas que estos casos salgan a la palestra pero no nos engañemos, el patriarcado y el capitalismo siguen funcionando de la mano al igual que siempre.