En el artículo anterior defendimos la necesidad de la unidad orgánica de la clase, centrándonos principalmente en el movimiento obrero sindical. Este debate surgía por el planteamiento con el que nacía la nueva “Plataforma Sindical Plural”, a través de la cual se reivindica una modificación legislativa que favorezca la pluralidad sindical con una perspectiva absolutamente reaccionaria de fragmentar más el panorama. Pero antes de poder plantearnos estos procesos de unidad orgánica de la clase, es fundamental localizar las principales diferencias que existen en su seno y nos centraremos principalmente en esta nueva plataforma.
Las organizaciones sindicales que conforman esta plataforma son esencialmente organizaciones sindicales corporativas de diferentes sectores de la economía. Estas organizaciones, si bien asumen la necesidad de estar organizados para defender sus intereses, se caracterizan por priorizar los intereses propios de su sector o su profesión frente a los intereses del conjunto de la clase trabajadora (algunas organizaciones de este tipo, como CSIF, dicen enfrentarse al sindicalismo de clase). Sin embargo, al considerar que tienes más cosas que hablar con tu empresario o con tu patronal que con otros sectores de la clase trabajadora, es fácil que esto se acabe transformando en que tienes más cosas en común (incluido intereses) con tu jefe y su empresa que con otras trabajadoras de otros sectores laborales. Y por tanto, es normal que estas posiciones acaben evolucionando en una colaboración de clases explícita.
Este tipo de concepciones (al igual que la del sindicalismo reformista), asume que la condiciones de vida de la clase obrera se pueden mejorar simplemente limitándose a la lucha por cuestiones económicas y oponiéndose a la lucha de clases.
Además, como es el caso que estamos analizando, históricamente estas posiciones han ido acompañadas también de la defensa de la existencia de varias centrales sindicales obreras. Frente a la estrechez corporativa carente de interés por lo que pase fuera de la empresa, las comunistas defendemos el sindicalismo de clase sociopolítico.
Este sindicalismo, tiene unas implicaciones prácticas muy importantes ya que de donde nace su fuerza es de la solidaridad de clase. Organizativamente, esto se traduce en que las partes más fuertes y asentadas del sindicato aportan recursos, tiempo y medios para ayudar a la parte más desorganizada de la clase. Esto hace que los sindicatos corporativos en muchas ocasiones sean más “eficaces” que los sindicatos de clase en la defensa de los intereses particulares, pues no utilizan sus recursos en levantar las partes más débiles del movimiento obrero.
Estos sindicatos corporativos son la traducción organizativa del egoísmo y del individualismo y, en consecuencia, de la defensa de los intereses particulares por encima de los de toda una clase. Para nosotras, el sindicalismo no se acaba en las puertas de la empresa, sino que el sindicato debe tener opinión sobre todas las cuestiones que afectan a la clase obrera, ya sea la educación, la sanidad, la calidad de las infraestructuras, las pensiones, los derechos de las mujeres, la inmigración o los derechos en lo que respecta a la diversidad afectivo-sexual.
Para no caer en errores políticos, cuando señalamos nuestras diferencias con estos sindicatos y los colocamos en la posición de “adversarias”, no estamos considerando como adversarias a las sindicalistas inscritas en ellas. Nuestras adversarias son las organizaciones, pero las masas que a ellas se adhieren no lo son, son masas de trabajadoras que debemos hacer todos los esfuerzos por conquistar ya que, y teniendo presente la tesis leninista, allí donde está la clase, hay lucha de clases. Y, aunque las masas obreras se enrolen en una organización obrera con una estrategia reaccionaria, existirán contradicciones y diferencias, así como resistencias intuitivas frente a estas organizaciones (entre la estrategia de esta organización, posibles intuiciones de clase y sus posibles aspiraciones), que podemos y debemos saber aprovechar.
Para finalizar, podemos valorar qué papel juega esta plataforma. De entrada esta se conforma con un objetivo abiertamente reaccionario, que es fomentar el debilitamiento de los sindicatos de clase (CCOO y UGT) y favorecer la aparición de otras organizaciones sindicales. Sin embargo, lo admitan o no, están asumiendo la tesis del sindicalismo de clase, de que el sindicalismo de clase es superior al sindicalismo corporativo, que la solidaridad de clase establece unas bases más fuertes que el egoísmo corporativista. Por eso se ven en la necesidad de romper parcialmente esas barreras corporativas y agruparse todos en una plataforma, incluso planteando ellos mismos que ostentan representatividad en todos los sectores productivos del país, lo que le dotaría organizativamente (aunque no ideológicamente) de un mayor contenido de clase.
Con estos mimbres las únicas vías de evolución que tienen serían que (desgraciadamente) cumpliesen sus objetivos (reaccionarios) y se disolviese la plataforma; que colapsaran por las luchas intestinas debido a los diversos intereses corporativos; o que avanzasen hacia un progresivo abandono del corporativismo (lo cual no se producirá sin una lucha ideológica). En el caso de que se consolidasen, parece evidente que avanzarían hacia una central sindical que aspirase a representar al conjunto de la clase con una orientación de tipo reformista y enfrentada en lo inmediato a CCOO y UGT.
En este sentido, la batalla que hay que dar es ideológica, en defensa de una unidad orgánica de la clase en lugar de su fragmentación en varias centrales sindicales. Y es que es la cohesión organizativa de la clase la que realmente le permite defender sus derechos y la fragmentación la que le condena a ser presa de la patronal.