Los festivales de música en directo no son algo innovador ni inventado por la generación millenial. De hecho, algunos tan famosos como Woodstock se han convertido en leyenda y marcado un antes y un después en la creación de identidades colectivas a través de la música.
Este modelo de ocio se plasma en los diez principales festivales de música en directo celebrados en España los cuales han ido elevando exponencialmente sus asistentes, así como el dinero recaudado por sus organizadores en la época veraniega durante los últimos años.
Lo que debemos plantearnos abiertamente es si festivales como el Mad Cool, el Arenal Sound o el Viñarock verdaderamente cumplen un papel de difusión cultural y nuevos modelos de ocio en España.
Sabiendo que la inmensa mayoría de los festivales de verano se celebran en municipios costeros o ubicados en la propia capital, estos acaban viniendo a reforzar el tradicional reclamo de Sol y playa típico de nuestro país. De un tiempo a esta parte, se puede notar que la música casi va perdiendo su papel como reclamo principal, dando paso a un paquete completo de “experiencia festivalera” promocionado por la industria en auge que se financia gracias a estos eventos. Al final, esta experiencia ha ido evolucionando y la música no juega un papel principal: la verdadera protagonista es la fiesta.
Los influencers de moda de Instagram tampoco han dudado en apuntarse a este éxito y son muchos los que hacen tours de verano por todos y cada uno de los festivales, promocionando esta experiencia completa de festivales atractiva para la juventud: sol, playa, fiesta y música son ingredientes perfectos para ese ocio alienante del consumo por el consumo.
Frente a esta burbuja de festivales como experiencias turística vacías y de simple evasión, poco a poco, van naciendo alternativas locales inspiradas en los grandes festivales musicales con un componente distinto en la concepción propia del ocio.
Contra la despoblación rural, jóvenes de varios pueblos de España organizan sus propios festivales verano a verano con la esperanza de tener espacios de ocio propios que conquistar en esta ola de ocio veraniego.
Ejemplo de ello es Santibañez de Vidriales que con algo menos de 1000 habitantes en 2017 nacieron distintas iniciativas que apuestan por un futuro digno para el medio rural. Con más de 500 Me Gusta en su página de Facebook, la asociación Valle Vivo ha organizado este año su segundo festival ValleVivoFest donde, con la música como principal reclamo, se organiza toda una semana de actividades culturales. Además, los propios impulsores de la iniciativa ValleVivoFest son vecinos jóvenes del pueblo, que aspiran a organizar su propio ocio, con espacios donde poder llevarlo a cabo y conquistar esa parcela de vida digna que para cualquier joven supone el ocio y la música.
Este año han celebrado su segunda edición con un objetivo claro: luchar contra la despoblación rural, dando vida a su pueblo. Son ellos mismos quienes diseñan su propia «experiencia festivalera», no solo a su gusto, sino a gusto de cualquier joven del pueblo: la música, los espacios, las charlas culturales y las actividades infantiles están pensadas y preparadas por y para el pueblo.
Además, el Vallevivofest no es un reclamo turístico que nazca para reforzar la vida económica del pueblo basándola en el binomio turismo y hostelería, sino que aspira a poner en valor la música como creadora de espacios propios y culturas propias para la juventud donde, además de disfrutar, los jóvenes reclaman su esperanza de luchar para dar vida a su pueblo.