Tras casi dos meses de la finalización del 57º Congreso de la União Nacional dos Estudantes (CONUNE), hablamos con Bianca Borges, la nueva responsable de Relaciones Internacionales de la mayor organización estudiantil de Brasil. A pesar de estar atravesando un momento convulso en la historia de su país, las jóvenes brasileñas están sabiendo reaccionar con rapidez y firmeza y servir de punta de lanza de una primera oleada de movilizaciones que tienen como objetivo aplacar la ofensiva reaccionaria del gobierno de Bolsonaro.
Primero de todo, tú eres la Responsable por Relaciones Internacionales de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE). ¿Qué es la UNE y que incidente tiene en el conjunto de las estudiantes brasileñas?
La UNE es la Unión Nacional de los Estudiantes, organización de 80 años que a lo largo de las décadas siempre ha representado al conjunto de los estudiantes brasileños y ha estado a la cabeza de las conquistas de sus derechos. La UNE lideró la expansión de la enseñanza superior y de las políticas de inclusión que permitieron entrar a miles de estudiantes en las universidades durante la última década. La universidad brasileña no sería lo que es hoy sin la UNE.
A pesar de que en España se le esté dando muy poca atención mediática, nos llegan las noticias de las grandes movilizaciones que estáis realizando en Brasil contra lo gobierno de Bolsonaro y sus políticas educativas. Concretamente, ¿cuáles son esas políticas por las que tantas estudiantes han salido a las calles?
El proyecto del gobierno de Bolsonaro es un proyecto de desmonte de todo lo que los estudiantes conquistaron durante los gobiernos progresistas en Brasil. Él actúa, básicamente, de dos maneras: persiguiendo ideológicamente las universidades por medio de la limitación de su autonomía y cortando el presupuesto de la educación. La educación pública afrontó, en el último período, una amplia campaña de desmoralización. Ahora, el gobierno, sin establecer diálogo alguno ni con profesores ni con estudiantes, presenta como solución la inversión privada por medio del proyecto “Future-se”, que representa el fin de la educación superior como la conocemos: corremos el riesgo de que el mercado pase a controlar nuestra enseñanza, acabando con la autonomía didáctico-financiera y de gestión y con el trío enseñanza-investigación-extensión, que es hoy la base de la universidad en el Brasil.
Se convocaron movilizaciones en el sector de la educación tanto en mayo como en agosto, junto con la huelga general del 14 de junio, el orgullo LGTB el 23 de ese mismo mes y las movilizaciones ecologistas por el incendio del Amazonas durante las últimas semanas. ¿Cómo valoráis los resultados a nivel general?
Las últimas manifestaciones en Brasil han sorprendido por su tamaño al conjunto de la población y también a los propios movimientos sociales. Durante las fechas que acabas de mencionar, hemos asistido a la paralización de más de 200 ciudades brasileñas y a un amplio proceso de movilización en las escuelas y universidades para dar respuesta a los ataques del gobierno. El gobierno de Bolsonaro es esencialmente autoritario, pero la presión de las calles lo obliga a oír las reivindicaciones sociales.
En esas manifestaciones educativas se arrastró a otros sectores de la sociedad, mientras que, en la huelga general, en el orgullo y en las últimas movilizaciones ecologistas, las estudiantes tuvieron una gran importancia. ¿Qué papel está teniendo el movimiento estudiantil en esta primera ola de movilizaciones contra lo gobierno?
El movimiento estudiantil tiene, en nuestro país, un papel de gran protagonismo en la lucha de masas. Fueron las manifestaciones convocadas por los estudiantes el pasado mes de mayo las que ampliaron la movilización que existía en reacción a las imposiciones del gobierno y las que activaron a sectores de la sociedad que estaban inmóviles hasta entonces. Su capacidad de diálogo con la población y de sacar a millones de personas a las calles es por lo que nosotros, desde la UNE, concebimos el movimiento estudiantil como la principal arma de transformación de la sociedad brasileña.
Además, el movimiento estudiantil está trabajando de un modo coordinado y unitario desde la vanguardia de la UNE junto con la UBES, de las estudiantes de enseñanza secundaria, y la ANPG, de las postgraduadas. ¿Cómo son las relaciones entre las distintas organizaciones para poder trabajar de un modo unitario y eficaz?
Tenemos una gran unidad entre las organizaciones estudiantiles nacionales y también un trabajo conjunto y coordinado con las existentes en cada Estado. En el último período adoptamos como estrategia realizar reuniones conjuntas entre las respectivas direcciones de las organizaciones para unificar nuestros posicionamientos y líneas de acción y el resultado ha sido positivo. Los estudiantes, sin importar si provienen de las enseñanzas medias, si son universitarios o si están realizando un postgrado, componen un sector enormemente organizado y articulado en el seno de los movimientos sociales brasileños.
Del 10 a 14 de julio celebrasteis el 58º Congreso de la UNE (CONUNE), el mayor evento de las estudiantes brasileñas. ¿Con qué análisis del momento actual en el Brasil salís del Congreso y que retos os marcáis en este contexto?
Salimos de nuestro 58º Congreso reconociendo las dificultades que este período de la historia del Brasil nos impone. Estas van desde las tentativas de descomposición completa de nuestro sistema educativo, pasando por los retrocesos en derechos sociales y por la persecución ideológica declarada y en curso por el gobierno. Es también, sin embargo, un momento de gran indignación y de efervescencia del debate político entre la juventud, por lo que somos conscientes de nuestra responsabilidad a la hora de organizar la lucha y presentar una alternativa a todos aquellos que están indignados.
Y, por último, ¿qué análisis hacéis de la situación política en América Latina? En países de gran importancia para la región se dieron giros reaccionarios durante los últimos años, dando lugar a gobiernos como los de Mauricio Macri en Argentina, Lenin Moreno en Ecuador, Iván Duque en Colombia y, especialmente, el de Bolsonaro en vuestro Brasil, que mantiene a Lula preso después de un proceso judicial lleno de irregularidades. ¿Cuáles creéis que son las causas principales de estos retrocesos?
Lo que acontece en América Latina está vinculado al mismo fenómeno que está en auge en todo el mundo: el ascenso de gobiernos autoritarios con proyectos económicos neoliberales. Eso es una respuesta a la crisis más extensa de la historia del capitalismo que afrontamos desde 2008. En el caso de Brasil y en el de otros países del mundo -Siria o Ucrania- o, incluso de la propia América Latina -como el de Venezuela-, también se está desarrollando una guerra híbrida, una nueva forma de intervencionismo estadounidense. Si durante el siglo XX impusieron, por medio de tanques y cañones, regímenes dictatoriales en nuestro continente, ahora adoptan como estrategia la explotación de nuestras fragilidades políticas, mediáticas, sociales y económicas con el fin de satisfacer sus intereses. Todo eso conjugado con el empleo ostensible de la prensa y de las redes sociales. En nuestro caso, fue probado el uso a una escala sin precedentes de tecnologías desarrolladas por los servicios de inteligencia de Estados Unidos en la campaña de Jair Bolsonaro. Afrontamos, una vez más, la contradicción entre nuestra soberanía y un proyecto de entrega y explotación de nuestra nación.
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