La represión en el Sáhara ocupado es diaria y anónima. Los miles de saharauis que viven allí sufren en silencio la discriminación y la violencia alauita. Solo en casos muy puntuales se erige de entre la infinita lista de represaliados una figura pública que pone rostro y voz a esa multitud olvidada. Aminatou Haidar o Sultana Khaya son ejemplos de ella.
Sultana es una histórica activista de la causa saharaui, su figura es sobradamente conocida tanto para la resistencia saharaui en territorios ocupados como para las fuerzas marroquíes. El 10 de mayo de 2007, coincidiendo con las movilizaciones por el aniversario del nacimiento del Frente Polisario, Sultana perdió su ojo derecho a causa de un porrazo. Tras ello fue detenida y torturada junto a otros manifestantes saharauis.
Una vez en libertad Sultana continuó ininterrumpidamente su actividad política. La activista saharaui reside en el Bojador ocupado y es presidenta de la Liga Saharaui para los DDHH y en Contra del Expolio de los Recursos Naturales. Su nombre ha vuelto a saltar a la esfera pública cuando comenzaron a circular a través de redes sociales imágenes del asedio al que estaba sometida por las fuerzas marroquíes. Sultana permanecía en arresto domiciliario de manera irregular desde el 19 de noviembre, cuando fue detenida tras viajar a España por motivos médicos.
Antes su casa había sido allanada ilegalmente. La policía marroquí quería comprobar si alguien la estaba esperando. Fue entonces cuando los agentes agredieron a su madre de 84 años, quien posteriormente fue trasladada a un hospital. El primer día de su arresto, su hermana y sus sobrinas trataron de visitarla siendo igualmente atacadas por la docena de policías que ya custodiaba su casa.
Desde entonces se le ha prohibido abandonar su casa y recibir visitas. Los abundantes vídeos que ella misma y su familia graban muestran como un nutrido grupo de policías y militares, bien de oficio o vestidos de paisano, rodean las 24 horas del día su casa.
Pese a no poder salir de casa, el 13 de febrero la saharaui fue golpeada en la cabeza por ondear una bandera de la RASD desde su balcón; el comisario de policía de la ciudad de Bojador y los guardias que la acompañaban lanzaron piedras contra la activista. A mediados de marzo una grúa intentó retirar la bandera saharaui de su balcón. También en el mes de marzo su casa comenzó a ser rociada con aceite de coche, heces y orines de las fuerzas de ocupación.
“Las ciudades ocupadas del Sahara Occidental se han convertido en una gran prisión como resultado de la ola de represión de las fuerzas de ocupación marroquí contra los civiles indefensos, desde su violación del alto al fuego y el reinicio de la guerra el pasado 13 de noviembre de 2020”, señaló al medio VOZ SAHARAUI vía llamada telefónica.
Ataques como el que sufre Sultana se enmarcan dentro de la escalada represiva que vive la población saharaui en territorios ocupados desde el estallido de la guerra, el pasado 14 de noviembre. Una práctica habitual, como señalan ONGs y asociaciones de DDHH, que ahora se agrava.
“Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional a presionar a Marruecos para poner fin a su ocupación ilegal de la última colonia del continente africano, así como a las organizaciones internacionales de derechos humanos, en particular al Comité Internacional de la Cruz Roja, para salvar al pueblo saharaui de este genocidio que el régimen marroquí pretende inmunemente perpetrar”, ha añadido la activista en un vídeo público desde su casa en Bojador.
Las torturas, asesinatos y desapariciones son relativamente comunes en el Sáhara ocupado, donde las autoridades marroquíes gozan de una impunidad total para llevar a cabo estas prácticas. La comunicación es la única herramienta para combatirlo, el teléfono móvil se convierte en una herramienta indispensable con el que grabar los hechos o hacer una última llamada para advertir a familiares y amigos; solo así puede activar la maquinaria de denuncia y visibilización internacional.
“Solo ante la presión institucional y ciudadana es como Marruecos se ve obligada a abrir la mano con los detenidos”, afirma Equipe Media, un medio de comunicación formado por saharauis en territorios ocupados. Este ha sido el caso de Sultana, gracias al material que ella misma ha filmado, donde se ve a sus carceleros golpearla o prohibirle abandonar su casa, pudo comenzar una potente campaña de denuncia en redes sociales y algunos medios de comunicación que forzó a Marruecos a relajar sus medidas sobre la activista.
El 20 de febrero las autoridades permitieron que recibiera visitas, aunque el reguero de saharauis que se acercó hasta su casa era una muestra de debilidad que la monarquía alauita no podía asumir. Y con la misma rapidez con la que levantaron parcialmente su encierro, volvieron a prohibir las visitas e incluso le confiscaron el teléfono móvil; su vía de denuncia y comunicación con el mundo. En respuesta, la activista informó que comenzaría una huelga de hambre, amenaza suficiente para que su teléfono fuese devuelto a las pocas horas “probablemente formateado y con el todo el contenido duplicado” afirman fuentes cercanas al Polisario.
Este tira y afloja es relativamente frecuente en el Sáhara ocupado, donde Marruecos relaja y endurece las restricciones de acuerdo con el impacto mediático de sus víctimas. Ese fue el caso de Aminatou Haidar o Sultana Khaya, donde el castigo solo es levantado cuando entre represión o el descredito internacional la balanza cae del segundo lado. “En la inmensa mayoría de los casos de represión, pese a que también se denuncia su situación públicamente en redes sociales y prensa, las presiones no son suficientes para que Marruecos ceda” afirman desde la Asociación de Familiares de Presos y desaparecidos Saharauis (AFAPREDESA).
Al respecto, el Frente Polisario ya ha denunciado públicamente la situación y ha pedido a la comunidad internacional “compromiso para frenar la situación”, y en concreto al gobierno España por su responsabilidad histórica y legal con el Sáhara Occidental. En una de sus últimas comunicaciones públicas antes de que le fuese sustraído el móvil, Sultana pedía “presionar a Marruecos para poner fin a su ocupación ilegal” y en especial a las asociaciones de DDHH para “salvar al pueblo saharaui de este genocidio que el régimen marroquí pretende inmunemente perpetrar”.
Aunque está por ver si la popularidad de Sultana le vale para retomar cierta “normalidad”, lo cierto es que la represión en el Sáhara ocupado no solo continuará, sino que previsiblemente irá en aumento. Pues Marruecos paga con violencia sobre la población civil saharaui los estragos que la guerra está causando en sus filas.
Néstor P.