En el corazón del astillero, las grúas se elevan como portentosas jirafas metálicas. “Nunca tan pocos fuimos tantos ¡¡RESCATE YA!!”. El lema está escrito sobre una pared de bloques de hormigón, junto a la verja de acceso. Allí nos espera Miguel Ángel, sindicalista de trayectoria. Cruzamos el ahora silencioso astillero con él y subimos al despacho de CCOO. En la puerta está pegado un cartel con un grabado de Agustín Ibarrola. Imposible no recordarlo: hubo una época en que hasta los artistas eran comunistas.
Juan Carlos, delineante, y Jesús, electricista, nos esperan en la sala.
―Sentaos, sentaos ―dice Miguel Ángel—. Hay muchas sillas libres. Ya no hay culos que las llenen…
Nos presentamos, estrechamos nuestras manos, y transmitimos nuestra solidaridad y disposición de trabajo. Da cierto pudor ofrecer tan poco —todo lo que podamos hacer— a quienes están a punto de perder su medio de vida. Sin embargo, nos lo agradecen. Ante el oscuro futuro inminente, brilla por un momento la complicidad de clase; una complicidad que ahora mismo no puede hacer gran cosa, pero tiempo al tiempo… (o, más exactamente, tiempo a la organización…).
Queríamos empezar pidiéndoos que nos contarais cómo se ha originado el conflicto; desde que el armador no quiere terminar la draga hasta el momento en el que estamos ahora mismo.
Miguel Ángel: El conflicto no aparece exactamente cuando el armador decide no hacer la draga. El conflicto aparece hace dos años, en diciembre de 2016, cuando de la noche a la mañana nos levantamos y hay unas deudas de ciento y pico millones —así a grosso modo— que tanto la opinión pública como los trabajadores desconocíamos. En ese momento, los accionistas deciden contratar a una empresa, Norgestion, que se dedica, se supone, a reflotar empresas. Entonces llegan, aclaran las cuentas. Las cuentas no es que estén falseadas, pero tampoco están bien hechas. Puedes decir media verdad y ocultar otra media.
Cuando estos llegan dicen que aquí hay ciento y pico millones de pérdidas, entonces ya es cuando entramos en el problema, porque es cuando ya nadie se fía de ti… ni el armador, ni nadie. Entramos en una situación de preconcurso. Entonces Van Oord tenía aquí una draga a medio terminar, y ese fue uno de los problemas… Nos engaña al comité, nos dice si se la puede llevar a Santander a terminarla a cambio de hacer la segunda draga aquí. La dejamos salir del astillero sin presiones, llevársela a Santander. Sale a Santander. Allí en Santander es verdad que le ha salido muy mal la draga, muy cara. ¿Ahora en qué situación está? No lo sabemos. Él no quiere aparecer. Parece ser que no quiere hacer la draga hasta que entre un inversor, pero está en una situación… No sé si alguien sabrá cuál es la situación de él, porque lo curioso es que tenía aquí equipos, pero unos equipos valorados en unos 30 millones, y no se los ha llevado…
¿Y no tiene intención de llevárselos?
MA: No sabemos.
Hay algunos cargos públicos que dicen que todavía es posible convencerle para que se quede. ¿Vosotros creéis que es posible?
Juan Carlos: Yo creo que no… mientras estemos nosotros aquí. Él preferiría que entre un nuevo inversor que tenga una empresa decente, limpia de gente, que empiece como nueva empresa y negociar con él directamente… Si es que no está él mismo dentro de los posibles inversores… Esa es otra opción….
MA: A ver, la verdad que eso es muy complicado. Eso de que el posible inversor sea él… Es complicado. Puede ser, puede intentarlo… Pero una empresa mediática como la nuestra… La jueza tendrá que mirar bien las cosas cómo las hace. Prueba de ello es que sabemos que no somos un concurso a la tradicional. Hemos presentado en la mesa de negociación una demanda de auxilio para que se incorporaran los accionistas a la mesa y eso, en un ERE normal, te puede tardar la respuesta del juez un mes… y en cambio a nosotros nos ha tardado dos días. Porque somos mediáticos, salimos en la prensa. ¿Qué Van Oord puede jugar esa baza? Puede ser… Pero también es verdad, hay que decir, que de las tres partes en juego que hay aquí, él tiene 30 millones de euros en maquinaria. Pero el casco, y todas las piezas que habéis visto por allí [las vimos al venir], no son suyas. Si el banco no quiere, no se las vende. O se las vende al precio que él considere…
Da la sensación de que les ha venido muy bien el “Europa no deja”… Es como la excusa fácil que tienes
Jesús: Sí, pero el banco también sabe que si no se lo vende a Van Oord, los bloques se los tiene que comer con patatas.
J: Dado que es un tipo de barco específico, no es un barco que lo puede coger cualquier otro armador. Al ser una draga… Sabe que como no coja ese armador, esos bloques los va a tener que achatarrar… y ese achatarramiento le va a salir más caro que si se lo vende al precio que sea.
MA: Pero los criterios económicos, que son los que manejamos cualquier persona, no son los que usan ahí arriba. Para que nos entendamos, los datos que tenemos nosotros, es que le están regalando la draga… ¿por qué no la coge? Ahora, al armador le están regalando la draga… Si fueran solo motivos económicos… Todos los que estamos aquí la cogeríamos.
Habéis reclamado que, en caso de aparecer cualquier inversor, hubiese una inversión pública acompañando para garantizar la sostenibilidad y los puestos de trabajo. Sin embargo, estos últimos días, algunos empresarios y políticos vascos han expresado que la inversión pública es inviable porque la empresa no genera beneficios, o no es rentable…
MA: La empresa ha generado beneficios siempre, menos el último año, porque los últimos años el proyecto nos salió mal, simplemente. Pero lleva generando dinero muchísimos años. Nosotros, si el rescate no es posible porque Europa no lo permite, lo que queremos es un acompañamiento público para evitar esto. Hace diez años, siendo lehendakari Patxi López, a través de unas empresas de gestión que tiene el Gobierno Vasco, podían invertir aquí, y se ofrecieron a invertir aquí. Es una participación acotada en el tiempo: dos, tres, cinco años… ¿Eso que garantiza para los trabajadores? La vigilancia. No llegar un día y decir “¿qué ha pasado aquí? ¿140 millones de deudas?”; y luego las peleas que ha habido entre los socios, que están denunciados entre ellos… Eso (la inversión pública del Gobierno vasco) ni los inversores lo quisieron… Porque claro, aunque tengas el 90% del accionariado, si el 5 o 10% lo tiene el Gobierno Vasco, tú tienes que entregar las cuentas bien. No les puedes torear. Y el Gobierno Vasco es el garante de que se hagan las cosas bien. Claro, efectivamente, habrá empresas que igual no quieren entrar…. Pero que se ha ganado dinero…
JC: Da la sensación de que les ha venido muy bien el “Europa no deja”… Es como la excusa fácil que tienes; pero luego ves que Macron lo ha hecho, en Italia se ha hecho… Y da la sensación algunas veces de que Europa termina en los Pirineos.
J: Sí, de que los demás pueden y aquí, casualmente, no se puede. ¿Por qué allí sí?
Claro, el gobierno de Macron rescató a un astillero en el año 2017. Parece que Francia defiende a sectores como el naval y España no lo hace…
JC: Además, es exactamente el mismo caso….
MA: No, no es el mismo caso, hay que decir las cosas como son… Si al Gobierno Vasco, en aquel día le permiten entrar con un 5%, no tendríamos este problema. Cuando se hace la ampliación de capital, que aquí los accionistas no quisieron ir, Macron lo que dijo fue, “¿qué no queréis ir vosotros? Yo sí voy, y me quedo con todo el astillero”. Pero porque estaba dentro. La ley europea sí le permite, al que está dentro, ampliar ante un concurso. Pero lo que no te permite es entrar ahora. Lógicamente nosotros tenemos que defender el hecho de que si Macron entra, nosotros también, pero hay que decir que no son loss mismos cauces… Eso hay que decirlo.
JC: Tampoco se le pide que lo compre todo, se le pide que entre como una parte del accionariado y que dé a la vez cierta seguridad… En la gestión y… no solamente es la inyección de dinero. Es el vernos un poco protegidos.
¿Tenéis alguna consideración del papel que han jugado las instituciones públicas en todo esto? Teniendo en cuenta desde la época de la privatización…
MA: Fue una privatización política. Tuvimos un problema con Europa, había que cerrar los astilleros y sí, le hemos achacado siempre al Gobierno vasco que no nos defendió. No nos defendió. Lo mismo que la Xunta dijo “aquí no se tocan los astilleros gallegos”, y la Junta de Andalucía dijo lo mismo… Aquí nos dejaron vendidos.
JO: Aquí no ocurrió lo mismo.
MA: También era verdad, que, quieras o no, eran unas circunstancias especiales las que había aquí… Todos los demás centros son mixtos, militares y civiles… Aquí había un problema. No es cuestión de recordar lo que pasaba aquí hace 10 años, o 12 años… Pero aquí, montar una empresa del ejército, hubiese traído cola. Y sí es verdad que lo pagamos nosotros, eso es así.
También queríamos preguntaros cómo estáis y cómo veis anímicamente a la plantilla.
JC: Pues mal. Claro, pues es que a nosotros todos estos temas que se hablan de gobiernos, armador, el casco… Pf… ¿Qué? A mí lo que me preocupa es el mes a mes, y cuando vas a casa y… “pues me echan”… Y cuéntale a tu hijo que si el armador tal, que si las ayuda de Europa… Te dice: ¿qué…?
J: Y cuando te pregunta tu mujer, ¿qué, cómo está la situación, qué va a ocurrir? Sinceramente le dices: ¿y qué quieres te responda, si no tengo ni puta idea? Quién sabe lo que va a pasar al final ¿Qué quieres que te diga, que nos vamos a quedar aquí; que un día vas a tener que coger la maleta y me vas a ver salir por la puerta, igual para marchar a Ferrol, o a Cádiz…? Eso es lo más duro, la incertidumbre del día a día, que nos sabes qué hostias va a pasar. Y el no poderle decir a la familia. Y el pensar que un día vas a tener que agarrar la maleta, te vas a tener que largar y les vas a tener que dejar a ellos aquí. Eso es lo más jodido de todo.
MA: Hay que tener en cuenta, además de lo que han dicho mis compañeros, que aquí la media tenemos 51 años. No es una empresa joven ni mucho menos. A cuenta de todas las reconversiones que ha habido… yo seré el último, o anteúltimo de los que entró. Te estoy hablando de hace 36 años, ya no ha vuelto a entrar nadie más.
JC: Yo tengo 53 años, y entré con 14…
MA: Y entramos con 14 años aquí todos. La edad de entrar era esa, para todos. Él tiene 53, ¿Tú?
J: Yo en marzo hago 54.
MA: y yo 50. Somos una media de 51 años de edad, para que nos entendamos. Son 36 años, 38… Y dices, hostia, no esperábamos esto ya. Pensábamos terminar nuestra vida laboral en donde llevamos toda la vida. En nuestro entorno, en donde entramos siendo unos críos con pantalón corto, y ese es el…
JC: Al final, yo en el momento ya de la privatización… En ese momento se prejubila casi la mitad de los que estaban. Y a partir de entonces, en estos 12 años, pues cada tres años o así ha habido una prejubilación, y no ha seguido entrando gente, no…
¿Y en cuanto a la posibilidad del traslado a Cádiz?
MA: Vamos a aclarar lo del traslado. Cuando se privatiza la empresa, hace 12 años, una salvaguarda que se firma por parte de los sindicatos es, “si entra un pirata, y al año siguiente baja la persiana, hay que hacer alguna salvaguarda para los trabajadores”. Pero hace 12 años éramos otra cosa. Teníamos 38, 40 años… Hablando comúnmente, yo tenía un crío pequeño, una cría pequeña, el otro también… Ahora ya no es el caso. Tenemos 51 años, tenemos dos problemas comunes: uno, nuestros hijos adolescentes o menores con una vida hecha, y luego tenemos otro que hay que decirlo, porque está ahí, el problema de nuestros padres. Una persona con 51 años, hablo yo, mi padre tiene 85, tu padre tendrá por ahí…
JC: 84 va a hacer…
MA: Hay un montón de gente, y luego estamos hablando de las mujeres… Los suegros, para que nos entendamos. Nosotros no nos podemos ir de aquí. Nosotros tenemos un sueldo de trabajador. Si no podemos llevarnos a nuestras familias, por las circunstancias, no podemos mantener otra casa allí. Sería triste coger la maleta, salir a Ferrol y llamar a mi casa para pedir dinero. Tú alquilas un piso en Ferrol, mantienes la universidad de un hijo, o el colegio… o quieres venir alguna vez al mes a casa, que por lo menos te vean… No nos llega. Y más con 51 años, y dejar aquí a nuestros padres. Claro, una persona que tenga un hijo de 21 años, 22… Ya no es un crío para llevarlo contigo. Es que igual está en segundo o tercero de la universidad.
Vuestros hijos, ¿Qué edad tienen?
MA: Los míos 18 y 17.
JC: 21 y 16.
J: Yo tengo 3 hijos de 15 que se llevan un minuto entre ellos, son trillizos.
MA: Esa gente, ¿qué haces con ellos? Eso fue una salvaguarda, porque sí ocurrió que, cuando se privatizó… Bueno, Manises no se llegó ni a privatizar, porque no encontró comprador… Pero Xixón, a los 2 años, el pirata que entró, me cago en diez… lo llevó a la ruina. Sí sería un disgusto marcharnos, pero otra cosa es ya poderte marchar con hijos pequeños, con tus padres no tan mayores… Aunque luego el problema seguiría en el horizonte. Pero es que ahora no estamos en condiciones. No estamos en condiciones.
JC: Nosotros hemos aguantado los 10 años, más dos (desde la privatización), y vamos a tener un premio cojonudo…
MA: No estamos en condiciones, eso fue una salvaguarda que se puso, pero no es la salida. Los traslados no son la salida.
CONTINUARÁ…